Leer o escuchar de repente una expresión como “dejar hablar a nuestro silencio”, podría sonar tonto, como algo sin sentido.
Alguno dirá, y con razón, que el silencio es eso: silencio. Es decir,
ausencia total de sonido. Paz y tranquilidad para dormir y soñar.

A más de uno se les escuchará decir que esa expresión carece de sentido.

Hay quienes pensarán que es imposible escucharles, ya que no
tienen voz.

Centenares de comentarios similares puede generar esta frase. Claro está, solo serán emitidos por aquellos que no le han dado a la voz del silencio la oportunidad de expresarse.

Muy diferente es para quienes en medio de la desesperanza y la tristeza, de la agonía y el dolor, de la desesperación y la incertidumbre han cerrado los ojos, apagados todos los dispositivos electrónicos y han permitido que el silencio llene cada espacio de su mente y su entorno para escuchar los sabios consejos que les puede regalar el silencio.

Así es, pues es el silencio, el camino que nos conduce al maravilloso encuentro con nuestra voz interior. Nuestro ser. Ese yo interno, de cada quien, que muy pocos tienen el gusto de conocer a profundidad.

En realidad, cuando hacemos silencio, es el momento para dejar hablar nuestra conciencia. Es cuando surgen las voces que nos instan a tomar decisiones, a hacer y decidir. Es cuando obtenemos las respuestas para las preguntas más difíciles de nuestras vidas.

Muchas veces nos preguntamos por qué nos pasó o nos dejó de pasar alguna cosa y nadie puede respondernos satisfactoriamente. Sin embargo, cuando escuchamos la respuesta de nuestra voz interna, su contundencia es tal, que nos deja sin palabras, sobre todo cuando ésta nos hace ver que somos nosotros y no otros los responsables de nuestras mayores contrariedades.

Cuando al permitirle expresarse, ésta nos detalla cómo poco a poco fuimos tomando el camino equivocado, cómo nos fuimos alejando y fuimos alejando de nosotros personas valiosas, cómo por nuestra necedad fuimos de error en error, cómo nuestra soberbia se convirtió en un muro
entre nosotros y los demás.

Es dejando hablar a nuestra conciencia como podemos darnos cuenta dónde fallamos, en qué nos equivocamos. Es, además, una magnífica oportunidad para escuchar las palabras más sinceras que pocos se atreverían a decirnos de frente.

Posted in Mi Tiempo

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas