Desde tiempos inmemoriales se nos ha inculcado el valor del ahorro y la prudencia en el gasto. La sabiduría ancestral nos alerta contra el gasto superfluo, las deudas, el desperdicio… Así lo entendían los primeros economistas y decían también que cuando los ciudadanos ahorraban a nivel individual, esto convenía a toda la nación.

Frederic Bastiat ilustraba las bondades del ahorro a través de la historia de dos hermanos: Alvin, que despilfarraba en sirvientes, choferes, yates, clubes nocturnos, pieles y joyas; y Benjamín, que vivía una vida modesta, porque ahorraba la mitad de sus ingresos.

Obviamente, Alvin era más popular. Y muchos entendían que gastando su dinero contribuía a la creación de empleos, a diferencia de su hermano. Pero Benjamín no apilaba el dinero no gastado debajo de un colchón: lo llevaba al banco. Y en el banco el dinero se prestaba a fabricantes de productos y proveedores de servicios. De una manera menos evidente, también contribuía a la creación de empleos.

La diferencia estribaba en que al pasar de los años, Alvin queda en la ruina y no puede seguir gastando (ni contribuyendo a que más gente tenga de qué vivir) y Benjamín es mucho más rico y no solo sigue gastando sino también financiando con sus ahorros nuevos proyectos empresariales.

Así explicado, entendemos perfectamente que lo mejor es ahorrar.

Pero ya no se piensa así. Un grupo de economistas contemporáneos insiste en que lo que vale es gastar. Que cuando una nación ahorra demasiado esto provoca depresiones y que los negocios se estanquen.

Ese razonamiento debería ser a la inversa: las depresiones y crisis coinciden con que la gente ahorre, porque las vuelve más prudentes. Pero no es el hecho de que ahorren lo que las provoca.

Además, si no se ahorra y todo se gasta, los bienes de consumo aumentan de precio, y no queda suficiente para financiar, a través de bancos, la compra de maquinaria y demás capital necesarios para producir.

El ahorro y la tan necesaria inversión productiva no son independientes el uno del otro, aunque la nueva moda nos quiera hacer creer lo contrario.

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