El partido de la Liberación Dominicana (PLD) lleva 14 años continuos al frente de la administración del Estado. Y pronto completará dieciséis. Como ocurre con ejercicios prolongados, necesariamente los gobernantes “hacen cosas”, y eso ha ocurrido durante esos años.
Pero hay materias fundamentales con las cuales los peledeístas no han podido alcanzar propósitos trascendentes, como la reducción significativa de la pobreza, algo mortificante. Es verdad que la economía ha crecido durante todos esos años, con baja inflación, y eso es bueno, magnífico.
Pero no produce satisfacciones que la pobreza se mantenga por encima de 26% y que tengamos un millón 400 mil personas “subalimentadas”. Habría que ver cómo separar a los “subalimentados de los pobres, o viceversa”.
En esa perspectiva, la lucha por reducir la pobreza tiene que ocupar un lugar principalísimo en la agenda pública.
Es verdad que la pobreza es “de todos los años de la República” y no es fácil eliminarla en poco tiempo, pero los gobernantes deben fijar metas.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible privilegian la eliminación de la pobreza como punto de partida. En conjunto sugieren la necesidad de acciones encaminadas en múltiples campos para alcanzar metas para una vida digna.
“El hacer cosas” da resultados, pero no necesariamente consistentes como para alcanzar los objetivos de desarrollo humano. Falta que esos objetivos, a partir del primero, la lucha contra la pobreza, sean levantados enfáticamente como bandera de la Administración con un involucramiento de la sociedad.
Sin embargo, parecería que cada ente del Estado enfatiza más en su “cosa” como si no existiese un fin fundamental, y especialmente un liderazgo impulsador.
No es mediante un seguimiento burocrático de los objetivos, a través de una comisión nacional de escaso liderazgo y limitada representación de la sociedad. Es un involucramiento de todo el gobierno bajo un empuje ciudadano, más allá de protagonismos singulares.
Es arrimar hombros para derrotar la pobreza, las desigualdades, las injusticias. Todos los elementos que impiden alcanzar el bienestar, la felicidad y la seguridad de los dominicanos.
Es la única manera de instituir la equidad, un régimen de respeto a la ley, bajo el imperio de la justicia.
