Apagones y violencia

Dicen que cuando los dominicanos viajan a un país con un servicio eléctrico estable sufren el síndrome de los apagones, algo así como una ansiosa espera de un apagón. Hasta que al correr de los días sencillamente se acostumbran a vivir sin esa angustia.

Dicen que cuando los dominicanos viajan a un país con un servicio eléctrico estable sufren el síndrome de los apagones, algo así como una ansiosa espera de un apagón. Hasta que al correr de los días sencillamente se acostumbran a vivir sin esa angustia.

A principios de julio, las empresas distribuidoras de electricidad, en medio del inicio de una temporada de apagones, dieron garantías de que estos cesarían. El día 8 dijeron con toda la certeza que las dramáticas tandas de suspensiones cesarían porque estos se debían a un déficit de 390 megavatios, debido a la salida del sistema de las plantas San Felipe, Haina e Itabo 2. Y con su entrada todo volvería a la normalidad.

No ha sido así. La gente sigue padeciendo los apagones, con las consabidas pérdidas para familias, comercio, industria y agricultura. También ha habido protestas. Tenemos reportes del pasado viernes 13, de que en las calles del populoso sector de Villa Consuelo en el Distrito Nacional, los vecinos protestaron incendiando gomas durante la noche, en las calles Manuel Ubaldo Gómez, Tunti Cáceres y Carlos Nouel. Son apagones de más de quince horas, casi nada en comparación a los que ocurren en algunos poblados de las provincias de San Juan y Bahoruco, que se prolongan hasta 20 horas durante todo un día.

Lo que decimos no es exclusivo de la Capital ni de los apartados pueblos de la región Sur. Desde Hato Mayor, El Seibo, Higüey, La Romana, San Pedro de Macorís llegan noticias del desplome del llamado “servicio 24 horas de luz”, muy recientemente, el pasado sábado 14. Ayer, la gente de El Almirante, en Santo Domingo Este, también se movilizó contra apagones. Marchas y viacrucis, piquetes y protestas en general contra los apagones.

Las reacciones de las personas suelen llegar acompañadas de violencia. También, con los apagones se incrementa la inseguridad. Más robos y ataques de la delincuencia.

Entre el anuncio del fin de los apagones y la realidad existe una brecha insondable. Se miente. Y por eso cobra fuerza la suposición de que los apagones son “financieros”, es decir, que es por la falta de pagos de las distribuidoras a las generadoras.

Más apagones, violencia, inseguridad e insatisfacción social.

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