No todo nuestro acontecer es inesperado. Si observamos cuidadosamente, de algún modo hemos sido advertidos ante el peligro o la tentación y nuestro buen Dios nunca nos deja solos en el camino, Él es la luz en nuestro andar, sea día o noche, y prometió en su Palabra: acompañarnos todos los días de nuestras vidas hasta el fin, asegurándose de que nuestras jornadas estén llenas de protección y bendición. Quizás sus métodos sean obsoletos o inusuales para ti, pero siempre son infinitamente sabios. Su Palabra, por cierto, es infalible, y agarrados de ella superaremos cualquier tempestad. ¡Sé cauto dando una lectura correcta a tus eventos, pues en medio de ellos encontrarás el susurro de Dios aconsejándote!

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