Tengo que confesar mi afectación por este tema que me entristece profundamente y que hasta hace apenas unos pocos días me era impensable, mucho menos conocido y metido como información veraz en mi sesera: Puerto Rico se encuentra en la crisis más grande de toda su historia. Su estatus tradicional, inventado como solución permanente por uno de los más grandes gobernadores del Borinquen arahuaco, español, borincano, independentista o acomodista, Luis Muñoz Marín, hijo del Muñoz Rivera que los dominicanos honramos como alumno de también borincano Eugenio María de Hostos, quien inventó el estatus de Estado Libre Asociado –que despectivamente he llamado Estado Libre Ensuciado, está al borde del colapso.
Se encuentra en una situación económico-financiera similar a la de la Grecia que mañana determinará soberanamente su estatus político mediante un referéndum que entregará la decisión a la nación sobre su futuro para que su gobierno dirija las acciones políticas emanadas de su decisión soberana.
Ambas naciones manejan problemas similares, que se reflejan en deudas impagables, el deterioro de sus parámetros financieros y económicos, en la reducción del bienestar ciudadano, en el caso borincano adicionado de falta de competitividad de su industria manufacturera y de transformación, de imposibilidad de atracción de la inversión foránea, de la decisión emigratoria de los sectores trabajadores, del decrecimiento económico, de la falta de consideración de su socio, el gobierno de los Estados Unidos.
Puerto Rico y su gobierno que siempre ha sido títere, no tienen acceso a ninguna solución porque las leyes que regulan las relaciones entre los Estados Unidos preservaron para el imperio todas las decisiones. Por eso, por ejemplo, Puerto Rico quebrado no puede declarar su quiebra. No tiene derecho a buscar financiamiento externo alternativo, no puede inventar nada porque todo cuanto pudiere ser previsto como ejercicio de soberanía nacional le fue conculcado con la aceptación del estatus de no Estado, no nación, no soberanía.
Gregorio Luperón, José Martí y Emeterio Betances soñaron una coalición de naciones isleñas, caribeñas, mulatas y libérrimas para conformar una gran confederación con la capacidad para oponerse al apetito imperialista de los Estados Unidos, y los nacionales caribeños y sus aliados del Caribe no hispano y de la hispanidad de Sudamérica hicieron guerra en favor de la independencia de Cuba y Puerto Rico, que cerca de su éxito fue frustrada por el apetito imperialista del vecino del norte, con lo que terminaron siendo colonias del nuevo imperio Cuba, Puerto Rico y las Filipinas. A pesar de sus sufrimientos Cuba y las Filipinas permanecen soberanas. Puerto Rico no. Pero sí puede hacer la diferencia cuando pronto tenga la unión que decidir su estatus.