Dadas estas complicaciones, decidí salir y averiguar ¿con quién carajo es que estamos saliendo, y por qué no funciona?

Salida uno: el chico rock
 El chico del concierto de rock está “que se rompe”: es como una mezcla de Johnny Depp y River Phoenix, pero con tigueraje dominicano… si,  ese que nos derrite. Si creíste que te habías divertido antes, ¡olvídalo! Ese día renuncias a tus padres, te cambias el nombre y firmas un pacto con el diablo… Es el chico que te hace volar, que te canta canciones al oído, que te promete una vida sin responsabilidades, sin rutinas (y mientras me besa pienso “¿Quién llevará a Avril al colegio?”, jeje), pero sobre todo, es el que te dará el mejor sexo que vayas a tener alguna vez.  Pero también es el chico al que le pagarás los tragos, que aun  vive con sus padres, que si lo miras bien tiene casi 45, que amanece todos los días en casa de un amigo diferente después de algún bonche, y que al tercer mes de estar saliendo contigo se le olvidará cualquier promesa que te haya hecho. ¡Adiós, chico rock!

Salida dos: el chico de su casa
El chico de su casa es tan “¡sweet!”  A él no le importa que no hayas ido al salón o que tengas el período (de hecho tienen un botiquín full para lo que necesites)… Tiene una perfecta comunicación con sus padres a los que, júralo, no tardarás en conocer. Cocina, y ¡buenísimo! Se da “The Notebook” y “Sense and Sensibility” de corrido contigo en la sala de su casa, y te besa al final, y es de los que abrazan mientras duermen, bello ¿no?
 El chico de su casa también es neurótico, te menciona que hay que fregar como cuatro veces al día, y se acuerda del lugar exacto  en donde dejó cada cosa… ay de ti si friegas y guardas el destapador en otro sitio. Cree que el mundo está demasiado peligroso para salir (y tu loca por ir a ver a Shakira). Al chico de su casa no lo brincaron cuando chiquito, así que ni te atrevas a sacarlo a ¡bailar merengue! Sí,  porque habría que sacarlo  a bailar… y el sexo, bueno, simplemente sucede; así que dejemos a éste en ¡su casa!
 
Salida tres: el coqueto
Ufff, llegamos donde se rompen las aguas.  Esa mirada desde el otro lado del bar te da un solo quemón en la espalda, es como un “voltéate Patricia que ahí está el tuyo”.  Más bueno no puede estar: galante, caballeroso, con un “feeling” que dice “quítate”, culturizado, económicamente tranquilo, sexualmente libre, prolongado y es casi como sexo “tántrico embotellado” en eso que sale contigo “everyday”… “¿everyday?”  Pues no, “not everyday”… ustedes se imaginan el tantra aplicado a una llamada telefónica. Pues sí, eso es el chico coqueto. ¡Una tortura! Tú no sabes si es contigo o con la de al lado, nunca sabes cuando quiere, cuando te llamará, cuando quiere solo hablar o quiere sexo… Ni si quiera sabes si terminó contigo en cada final de una cita… ¡Auxilio!….Si no quieres terminar en el 28, deja eso amiga, que el chico coqueto no es para ti.

En fin, pudiera seguir eternamente hablando de “el menú” de opciones que nos encontramos en la calle, de lo “mal que están ellos” y lo “bien que estamos nosotras”, como pudiera también hablarles de física quántica; pero al final, descubrí que tal vez el problema está en un hombre de nuestro pasado, en una ilusión anterior…Tal vez el problema está en el único que realmente nos ha hecho daño… “El príncipe azul”, ese que fijamos en nuestra mente hace ya tanto tiempo, y que no nos deja obtener satisfacción, de ninguna otra satisfacción.

Pues mira “Príncipe Azul”, hoy te digo adiós, y bienvenidos sean imperfectos de mundo…total después de “El Príncipe azul”,  “El chico rock”,  “El chico de su casa” y “El coqueto” ¿Qué más podría pasar?… ¡ufff!

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