¡¡¡Horror!!!

La sociedad dominicana está indignada, horrorizada y atemorizada ante tanta bestialidad reflejada en los crímenes que la sacuden diariamente.

La sociedad dominicana está indignada, horrorizada y atemorizada ante tanta bestialidad reflejada en los crímenes que la sacuden diariamente.

Una profesora secuestrada y asesinada por un colega en Barahona, una mujer tiroteada y quemada en un automóvil por un socio y pariente en una de las principales avenidas de Santo Domingo Este, y un periodista secuestrado, torturado y asesinado a tiros en La Romana, son hechos alarmantes ocurridos recientemente y signos de que la sociedad dominicana anda mal, que avanza rápidamente hacia una degradación moral que la corroe peligrosamente.

¿Qué está pasando cuando menores, jóvenes y adultos se ven con facilidad involucrados en crímenes, robos y asaltos? ¿Cuáles son las causas que generan esta inusual violencia? ¿Qué tenemos que hacer como nación para revertir este ambiente delictivo que arropa a todo el conglomerado social?

Estas son preguntas que requieren respuestas integrales, que incluyan reformar el sistema educativo para priorizar la calidad; realizar campañas que promuevan valores morales y mejorar las condiciones de equidad social y de acceso al empleo para los jóvenes.
Un programa de reducción de la criminalidad también exige un compromiso real de sancionar la impunidad de los delincuentes que burlan la justicia y vuelven a sus andanzas.

La permisividad con el delito está llevando a los dominicanos a vivir en una sociedad de miedo, a convertirse en ciudadanos paranoicos, que ven en cada transeúnte un posible asaltante.

La seguridad ciudadana demanda de un orden en el que se minimice la violencia. Y esto pasa por promover la convivencia pacífica y la tolerancia, valores que resaltan las semejanzas por encima de la conflictividad.

La lucha contra la violencia y el narcotráfico, como una de sus causas generadoras, también demanda la participación junto al Estado de todas las instituciones civiles, incluidas escuelas, universidades y empresas. Es lo que está haciendo Brasil, con buenos resultados.
Es hora de frenar la criminalidad, que en la última década se ha duplicado.

La tasa de homicidios en el país aumentó de 12.7% en 2005 a 24.1% en 2009, mientras que los arrestos por ese delito crecieron en los años noventa a un promedio anual de 125%, al tiempo que se incrementaron los asaltos, según registros de la Oficina Nacional de Estadísticas.

En 2009, en hechos violentos murieron 2,352 dominicanos, lo que se traduce en igual número de hogares deshechos por el dolor y la impotencia.

Frenemos este horror. Nuestros hijos y nietos merecen heredar un país decentemente habitable y menos peligroso.
Óscar Peña es escritor y periodista

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