¿Es eso lo más razonable?

La violencia que en algunos casos caracterizó la elección de las autoridades de los concejos municipales, a veces con saldos muy trágicos que pocos desearían recordar, obligó a las fuerzas políticas a buscar fórmulas que evitaran las confrontacione

La violencia que en algunos casos caracterizó la elección de las autoridades de los concejos municipales, a veces con saldos muy trágicos que pocos desearían recordar, obligó a las fuerzas políticas a buscar fórmulas que evitaran las confrontaciones innecesarias.

De hecho, en tiempos recientes, la elección del presidente o la presidenta de los concejos municipales se convirtió en una rutina, más o menos constructiva, porque los partidos procedían de acuerdo a una regla conveniente, establecida en abono a una cultura de paz. De esa forma, simplemente la minoría de regidores de la sala capitular acogía como “natural” presidente del Concejo al partido que había alcanzado la mayoría en el proceso electoral, sin importar cuán relativa pudiera ser esa mayoría.

Así funcionó hasta ahora. Sirvió para disminuir presiones, mejorar la gobernabilidad y la cohabitación no tensa en el gobierno municipal. Fue un arreglo político, que en realidad no obedecía a ningún mandato legal. La Ley 176-07 del Distrito Nacional y los municipios establece en su artículo 49 que “comprobada la presencia de más de la mitad de su matrícula, el concejo municipal se reunirá a los solos efectos de proceder a la elección de su presidente (a) y vicepresidenta (a)…”

En obvia atención al estricto criterio de la ley municipal, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) ha decidido dar por terminada la práctica reciente entre las organizaciones con representación municipal. Aquel acuerdo no escrito, de apoyarse mutuamente en las localidades donde predomina cada una, y santa paz.

No se sabe, ahora, en un año pre-electoral, qué habrá movido a la dirección del PRD a cambiar de estrategia. Quizás cálculos que le sugieren que algunas jugadas le podrían proveer conveniencias, especialmente si se toma en cuenta que ciertas alianzas se han ido descomponiendo.

Pero el más importante partido de oposición debe ser cuidadoso. Si bien está en pleno derecho de aplicar cualquier táctica, no puede perder de vista la historia y las vías que han predominado. Esas vías han fortalecido una gobernabilidad llevadera en el ámbito municipal.

Y es importante que los partidos trabajen para fortalecer la cultura de la paz, mediante la cohabitación conveniente. Al gobierno municipal, de por sí frágil, no debemos agregarle más niveles de estrés. ¿Para qué, precisamente ahora? ¿Es eso lo más razonable?

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