¿Hasta cuándo?

El asesinato de Wilma Martínez añade dos niños al creciente grupo de huérfanos de la violencia y es la expresión más reciente de cuán cuestionables cimientos sostienen nuestra sociedad.

El asesinato de Wilma Martínez añade dos niños al creciente grupo de huérfanos de la violencia y es la expresión más reciente de cuán cuestionables cimientos sostienen nuestra sociedad.

Somos un país que mientras manifiesta “gran paciencia para soportar las dificultades”, conforme resaltó el nuncio apostólico, incuba niveles perturbadores de violencia no proveniente de delincuencia o crimen organizado.

Sucesivos crímenes horrendos nos desnudan como sociedad negadora de valores elementales y burlona de la autoridad.

La investigación policial ha dado respuestas, cuál deberá la Justicia, hacia el contundente mensaje de orden que apremia sentar. Dolorosamente, faltará mucho por ver y padecer ante la distorsión de modelos éticos que acusamos.
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