Implicaciones de las protestas estudiantiles en Chile

Hace apenas unos días, mientras compartíamos el agrado de una edificante y amena conversación con unos dilectos y muy buenos amigos, tocamos de manera tangencial el tema de las protestas estudiantiles en Chile, las cuales, dicho sea de paso, ya han agl

Hace apenas unos días, mientras compartíamos el agrado de una edificante y amena conversación con unos dilectos y muy buenos amigos, tocamos de manera tangencial el tema de las protestas estudiantiles en Chile, las cuales, dicho sea de paso, ya han aglutinado en su entorno a diversos colectivos de ciudadanos provenientes de otras lides y conglomerados sociales y han despertado en ese país el deseo legítimo a exigir reivindicaciones a problemas estructurales que tienen su eclosión, según lo expresan ellos mismos, en la dictadura de Pinochet. Animados por el espíritu de esa conversación, nos permitimos hacer un escueto análisis de los elementos que convergen en estos sucesos.

En los últimos meses hemos presenciado por diversos medios de comunicación los hechos acaecidos en La Puerta del Sol de Madrid con el denominado movimiento del 15M, organizado por la plataforma social “Democracia Ya”; más tarde, también hemos estado al tanto de la revolución en Túnez que se inicia con la inmolación del  joven de 26 años Mohamed Bouazizi y que dio al traste con la dictadura de Zine El Abidine Ben Ali; nos hemos enterado de los acontecimientos que se produjeron en Egipto y que originaron el abrupto colapso del gobierno de Hosni Mubarak; en fin, hemos sido atentos espectadores de las protestas que al día de hoy se escenifican en Siria y de otros acontecimientos similares en Marruecos, Bahréin, Libia, Israel y Arabia Saudita que, en conjunto, muchos autores y la prensa internacional han denominado como “La Primavera Árabe”.

En todos estos acontecimientos existen elementos socioeconómicos y factores ideológicos y políticos similares: el ciudadano común está cansado de sostener con sus ideas, manos y trabajo constante la pirámide en donde reposan cómodamente, allá en la cima, los intereses y el centro de poder gravitativo que rige y gobierna en sus respectivas sociedades, sin que estos personajes dirijan la vista hacia la base que sostiene sus privilegiadas posiciones y se preocupen por solventar las necesidades, aspiraciones y legítimos requerimientos que desde allí se originan.

En Chile, con sus envidiables cifras macroeconómicas, el PIB per cápita más alto de Latinoamérica (US$11,873 al 2010 según el Banco Mundial), compitiendo con su más cercano contendor, Brasil, y su elevado nivel de vida, tanto así que Chile es tomado muchas veces en América Latina como ejemplo de desarrollo integral, su muy bien ponderada situación no ha sido óbice para que en sus adoquinadas y bien cuidadas calles se estén produciendo desde mayo de este año (por coincidencia el mismo mes del 15M en España) las protestas estudiantiles más importantes y contundentes de su historia desde que en el 2006 Michelle Bachelet tuvo que hacer frente a la “Revolución de los Pingüinos”. Tanto en ese momento como ahora, la demanda sigue siendo la misma: reformas en el sector educativo que incluyan una educación pública gratuita y de calidad y la prohibición de los elevadísimos márgenes de lucro emanados de la comercialización de la educación privada.

Es evidente que el mundo comienza a despertar del letargo al que le tiene sometido el status quo predominante y de que la presión ejercida por los mercados capitalistas a los gobiernos ha producido que en muchos países las ejecutorias gubernamentales se hayan hecho odiosas y oprobiosas, hasta el punto de que se produzca una “indignación colectiva” que lleve al sistema político a tener que abocarse a una reestructuración forzosa, necesaria y expedita.

Esta “nueva temporada” de enfrentamientos y protestas entre estudiantes y fuerzas del orden en Chile entraría en ese nuevo reordenamiento social emergente y no nos asombraría tanto si no existiese un elemento que aun alojándose en el más íntimo sentido crítico del espectador, no logra soslayar el impacto visual que produce la joven y hermosa figura de la persona que lidera con un metódico y magistral tacto estas revueltas, la chica de veintitrés años, presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, Camila Vallejo.

La prensa internacional se ha hecho eco de sus planteamientos; ha sido invitada a diversas jornadas en Brasil y en otros países de la región, militante de las Juventudes Comunistas, con unas ideas muy claras y sin lugar a dudas, dueña de un hermoso rostro, que mueve a comentarios perspicaces como los expresados en esta semana por el vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera, quien entre otras cosas señalaba: “…Tienen que hablar de lo que pasa en Argentina, Brasil, o Chile, donde hay una joven y hermosa líder, que está conduciendo a esos jóvenes en una gran revuelta, todos estamos enamorados de ella”.

Según lo que plantea la propia Camila Vallejo, en Chile “nunca hubo un retorno a la democracia. Augusto Pinochet murió; sin embargo, el modelo que instauró sigue más vigente que nunca”, en alusión a que desde 1981, cuando Pinochet eliminó la educación terciaria gratuita y minimizó el papel del Estado en el manejo público de la educación, el sector privado adquirió cada vez más poder y mayor relevancia en el país, lo que provocó que al día de hoy, quienes desean estudiar una carrera y no cuentan con los recursos necesarios para hacerlo, tengan que ineludiblemente valerse de una entidad de préstamo estatal o privada y va más lejos al aseverar con gran propiedad, que los problemas en el sector de la educación no van a ser resueltos por el presidente Piñera.

Esa joven de bello rostro encarna la lucha contra la desidia y la apatía de la clase gobernante de América Latina, la cual debe resolver temas tan importantes como una educación de calidad, que garantice al ciudadano un futuro más inclusivo en su entorno social y en la cadena productiva de riquezas para su propio país, y, contra la propensión manifiesta del sector privado de lucrarse cada vez más con las necesidades esenciales y básicas del pueblo. La vida política de esta joven recién comienza y con ello Chile y América Latina deben sentirse privilegiados.
Robert Takata  es analista internacional

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