Cariño, estamos en crisis

Al inicio de cualquier relación, cuando la química y el magnetismo se hacen presente, de manera involuntaria nos llega a la mente la…

Al inicio de cualquier relación, cuando la química y el magnetismo se hacen presente, de manera involuntaria nos llega a la mente la idea del «y vivieron felices por siempre». Sin embargo, es bien sabido que esos finales tipo Disney, que se nos inculcaron desde los años de infancia, no tiene nada que ver con la realidad de pareja de nuestros días.

Los problemas existen en cualquier relación. Los novios tienen sus diferencias a medida que se conocen e incluso las parejas llamadas sólidas o establecidas pasan por fases difíciles.

Acudir al psicólogo o terapeuta parece ser la opción más inteligente a la hora de tratar de evolucionar y cultivar la comprensión. Una consulta psicológica puede proveer una serie de ventajas, ya que los consejos recibidos provienen de un profesional debidamente formado para orientar con una visión científica y terapéutica. Pese a esto existe una resistencia a confiar sus emociones, dudas y frustraciones a un tercero que muchas veces se visualiza como alguien frío, distante y dispuesto a enjuiciar.

Método de ayuda

La efectividad del tratamiento es sugestiva y no ofrece medidas milagrosas. Así lo señala el Psicólogo Clínico, Lic. Modesto Ramos «Es muy importante que ambos se hagan responsables de la situación que viven, y por tanto, responsables de la solución. Si uno no colabora, es probable que el otro se canse de poner de su parte y la terapia no funcionará, debe haber una necesidad sentida de cambio, para que un tratamiento sea exitoso».

Cifras alarmantes del aumento de divorcio y la taza mucho más ínfima de uniones duraderas, ponen de manifiesto el nacimiento de una sociedad solitaria. Y lo que es peor, un mundo triste, ya que la soledad no le sienta bien al general de las personas.

Acudir a terapia de pareja es un método saludable que favorece el entendimiento y puede ayudar al crecimiento de los miembros de una relación amorosa. Un proyecto de vida en común requiere compromiso, pero a medida que pasa el tiempo puede ser agobiante.

El ser humano no es estático, cambia influenciado por el entorno y sus propios estados mentales. Por tanto, no es extraño que a lo largo de una unión amorosa surjan desavenencias que en ocasiones puedan poner en riesgo la estabilidad y el compromiso entre los miembros de una pareja.

Normalmente se explican las tareas en la consulta, como por ejemplo cómo discutir, o ser más cariñosos, y luego lo practican en casa. Se trata de un trabajo que no sólo depende del terapeuta sino también de que la pareja sea constante y responsable con sus directrices.

Locura y machismo

El temor a ser catalogado como una persona desquilibrada e incapaz de resolver sus propios problemas es una de las razones principales por la que muchas personas no buscan ayuda psicológica. Otra razón, un poco más frecuente en países latinoamericanos, es el machismo. A los hombres por su naturaleza emocionalmente reservada les resulta dificultoso exponer sus sentimientos de manera abierta. Aunque estudios afirman que cuando se disponen pueden llegar a ser tan colaboradores como las mujeres.

Los tabúes en torno a las terapias de conductas están presentes en todas las sociedades. El Lic. Ramos, afirma que «cualquier persona en un momento determinado de su vida, puede necesitar orientar y reorganizar su vida de pareja, puede buscar ayuda psicoterapéutica y orientación psicológica».

El matrimonio

La decisión de ambos miembros de la pareja de casarse o de vivir juntos da carácter estable a la relación. La relación que de ahora en adelante involucra más de lleno a las familias de origen, puede provocar problemas de adaptación. El tiempo para la procreación, para las actividades laborales, para los amigos son todas situaciones a conversar y acordar.

Por otra parte, es la etapa del verdadero conocimiento mutuo. La convivencia empieza a revelar detalles de la vida cotidiana que no siempre se comparten, lo que demanda un proceso de adaptación por parte de ambos, proceso en el que se pueden desatar conflictos.

Los hijos

Esta etapa del ciclo vital contiene en sí misma distintos hitos que podrían estar marcados por cada hijo que llega, aunque el primero es el que desacomoda a la pareja en forma más visible. En esta etapa pueden surgir celos nuevos, la familia puede sufrir desarreglos a causa de la desestabilización de cualquiera de los miembros de la pareja ante su nuevo rol de padres.

Asimismo, la llegada del primer hijo generalmente intensifica la ingerencia de las respectivas familias de origen; abuelos y tíos opinan y dan consejos, por lo que la pareja necesita estar sólida para poner los límites.

Efectividad

La terapia puede ayudar a unir o a negociar una separación «sana». Muchas parejas salvan su relación gracias a este recurso y otras encuentran la solución en la disolución del matrimonio. Esto puede ocurrir porque muchas personas acuden obligadas y con una actitud negativa. Otros van a terapia, con la decisión firme de separarse pero con miedo a enfrentar la situación, y para descargarse de la culpa, acceden a hacer una terapia, no porque crean en ella, sino por demostrarle a su marido o mujer, que ellos estaban dispuestos a intentarlo todo, pero que no funcionó. Se trata de una trampa. Para que una terapia de pareja sea efectiva, se necesita el compromiso, la voluntad, el esfuerzo y las ganas de hacer que la relación vuelva a funcionar.

La mitad de la vida

Este período intermedio se da cuando la pareja lleva varios años juntos, y en general los hijos se encuentran entre la pubertad y la adolescencia. Los esposos están posiblemente en la mitad de sus ciclos vitales personales, con objetivos laborales o profesionales logradas.

Seguramente tienen un enfoque más maduro de la vida y la relación se profundiza entre ellos al tiempo que amplían su círculo de amistades y de armonía con la familia extensa. Pero también pueden aparecer inconvenientes. Es posible que haya conciencia de parte de los esposos sobre que habrá cosas que ya no podrán lograr, ambiciones que no se concretarán lo que puede ocasionar desilusiones.

La independencia de los hijos

Hay muchas familias que soportan adecuadamente la ida de algunos de sus hijos, pero cuando uno en particular se apresta a irse se produce un conflicto debido a los vínculos o al rol que ese hijo desempeñaba: puede haber canalizado parte de la comunicación entre los padres, o haber necesitado de un cuidado especial en algunos momentos de su vida o simplemente ser el último en irse, lo que dejará al matrimonio sólo luego de tantos años.

Para muchas parejas esto suele ser terrible porque se encuentran con que no tienen nada que decirse o comienzan a reeditar conflictos que habían dejado pendiente sin resolver desde antes de la llegada de los hijos. Se avecina la posibilidad de ser abuelos y las dificultades de aprender a serlo, respetando o confrontando la voluntad y los modos de crianza de los nuevos padres.


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