El senador por Ohio, Allen Sherman, continuó su discurso de oposición al Tratado de Anexión: Señor Presidente, es un gran desvío que se nos pide tomar de la política original del Gobierno. En una ocasión se hizo una pregunta, una muy seria, de si el Congreso tenía en verdad el derecho de adquirir territorio.

Todos sabemos que el Sr. Jefferson, cuando se propuso la adquisición de Louisiana, si no en sus mensajes públicos, en sus cartas privadas, decía que no se había entregado formal poder al Congreso para adquirirla, a pesar de ser una gran necesidad comercial, y aconsejó a sus amigos que violaran la letra de la Constitución y dependieran del pueblo para que posteriormente se produjera la enmienda que la justificara.

Pero ahora se nos pide… que vayamos fuera del continente e iniciemos una política de adquisición insular. Y esta es una política que bien vale profundizar antes de que se envíe una comisión a investigar la condición física, mental y moral de la gente que habita la isla que se nos pide anexar.

El senador Thomas F. Bayard de Delaware declaró: “Mi objeción umbral a esta proposición es que sin el examen usual por un comité apropiado se propone que embarquemos al Gobierno de los Estados Unidos en el vasto e inseguible mar del imperialismo para convertirlo en un gobierno imperialista de lejanas y distantes dependencias con una población extranjera, extraña a nuestra raza, en sangre, en costumbres, en todos sus sitemas, político, moral, social y religioso.

En tan importante partida como la que propone esta resolución, la prisa no solo no es sabia sino, en mi opinión, groseramente indecorosa. Ya esta medida ha sido propuesta en forma debida a la consideración del departamento nombrado por nuestra constitución, y ha sido rechazada.

La resolución busca la incorporación dentro de nuestra familia de Estados y sistema político a parte de una isla que es ahora retenida por una raza semi-barbara de descendientes de esclavos africanos cuyos intentos de gobernarse por sí mismos, continuados durante más de 50 años, no ha sido sino una serie de fracasos tintos de sangre; cuya población se ha reducido a una mera fracción del número original por sus luchas intestinas y su degradación física.

Sus instituciones son meras payasadas, malvados travesties de gobiernos políticos, y para ellos la presencia de un dictador blanco de mano fuerte y juicio justo sería la mayor bendición que los cielos pudieren deparar”.

A partir de la próxima entrega veremos los acontecimientos que se sucedieron dentro de la República Dominicana por una serie de personajes actuando a nombre de los diversos intereses.
El autor es consultor privado
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