La oposición de la esposa del Presidente de la República, y potencial candidata a la vicepresidencia, Margarita Cedeño de Fernández, al reclamo del 4% del PIB a la educación, aumenta la incertidumbre sobre un futuro gobierno del PLD con respecto al tema. El candidato, Danilo Medina, ha suscrito  un pacto público en virtud del cual se compromete, en el caso de alcanzar la presidencia, a acoger la demanda nacional y cumplir con la ley que dispone que ese porcentaje del producto interno se reserve en el presupuesto nacional para el sector educación, si bien es preciso señalar que nunca se ha pronunciado con amplitud y claridad sobre ese reclamo.
Las dudas en lo que al candidato del oficialismo se refiere tienen que ver con las contradicciones en el ámbito gubernamental respecto a cómo encarar el problema de la mala calidad del sistema educativo, uno de los más deficientes del mundo. El gobierno y el PLD han asumido la demanda del 4% como un acto de oposición política y esa actitud no les permite ver que no sólo se trata de una necesidad impostergable, sino del acatamiento de una ley, cuyo incumplimiento sitúa a las autoridades al margen de la legalidad.
La ceguera oficial sobre el tema de la educación, plantea una interrogante: ¿Qué posibilidades tendrá realmente el país en un gobierno Medina-Cedeño si en un tema fundamental como el de la educación los separan criterios tan opuestos e irreconciliables como los que han quedado al descubierto?
La doctora Cedeño entiende, por ejemplo, que no debería “exigirse” más dinero porque el gobierno de su esposo ha invertido más que ningún otro en el sector. Y el Presidente insiste en su teoría, que ella evidentemente comparte, de que no estanos ante un problema de recursos. Es dudoso que el señor Medina pueda honrar su compromiso frente a una oposición de una vicepresidencia tan poderosa como la que tendría.
El autor es escritor y periodista
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A partir de la década de los 90, el movimiento estudiantil dominicano empezó a transitar por una ruta crítica que lo ha llevado a niveles de degradación jamás imaginados. La otrora prestigiosa, combativa y militante Federación de Estudiantes Dominicanos (FED) perdió esa autoridad moral y peso social para convertirse en un refugio de dirigentes que no saben combinar con eficacia su condición de académicos con sus preocupaciones sociales.

Desde su fundación el 13 de julio de 1961, la FED había sido una cantera donde se forjaron como líderes estudiantiles, como agentes sociales y como profesionales, jóvenes que enorgullecen a la sociedad dominicana. Hombres de la talla del ingeniero Asdrúbal Domínguez, el actual vicepresidente Rafael Alburquerque, el doctor Antonio Isa Conde, el doctor José Joaquín Puello, el extraordinario e inmortal Amín Abel Hasbún, el licenciado Juan Francisco Santamaría, el licenciado Roberto Santana, el licenciado Lenchy Vargas, el doctor Onofre Rojas, el licenciado Manuel Salazar, el doctor Gilberto Serrulle, el doctor Jesús Féliz, el licenciado Ramón Valerio, el licenciado Domingo Contreras, entre muchos otros, fueron dirigentes importantes de la FED que se destacaron en el combate por las reformas de la UASD, por las reivindicaciones de las grandes mayorías del pueblo dominicano y fueron buenos estudiantes, que cumplieron su ciclo académico en un tiempo lógico y necesario de acuerdo con las circunstancias. En las últimas elecciones de la FED, los resultados se han convertido en una verdadera bofetada a la historia gloriosa de ese mecanismo estudiantil.

El presidente electo de la FED en el proceso electoral de hace una semana es un estudiante que tiene más de 20 años cursando la carrera de Medicina y que en varias ocasiones ha sido sancionado por violar las normas de la más vieja alta casa de estudios de América. Eso da pena y vergüenza. Amín Abel, el dirigente estudiantil por excelencia, se graduó en la UASD con notas Summa Cum Laude de la exigente carrera de Ingeniería en el tiempo debido, a pesar de ser un dirigente político muy activo y de tener la persecución del sistema en su contra.

La elección del nuevo presidente de la FED produce pena y vergüenza. Pero es también penoso el hecho de que el candidato presidencial del PRD, Hipólito Mejía, haya reivindicado la elección de ese joven como un ejemplo para la sociedad dominicana. No es un ejemplo, es una lástima. Alguien que aspire a la presidencia lo que debe es promover que un joven de estos tiempos con 22 años de edad, ya no solo se haya graduado de una carrera, sino que haya realizado un post-grado o una maestría. Si queremos el 4% del PIB para la educación, debemos también exigir que los estudiantes cumplan con sus propósitos.
El autor es economista y comunicador
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