Santiago. En rechazo a las drogas, contra los ruidos, los tiros al aire y todas las manifestaciones de violencia, cientos de moradores del populoso barrio de El Ciruelito marcharon ayer para reclamar a las autoridades poner fin a estos males.
Rafael Tavárez, pastor de la Iglesia bautista, dijo que con esta manifestación persiguen que el barrio mejore, “queremos un cambio en la sociedad, nuestro sector está invadido por las drogas y da vergüenza que los niños las vendan y las usen públicamente.
Es necesario que los padres pongan atención y sepan lo que hacen sus hijos”.
Dicen que los colmadones son un dolor de cabeza para los enfermos y para los que deben levantarse temprano a trabajar, “ya no podemos ni siquiera ver la televisión, hablar por teléfono o tener una conversación familiar, ya que estos, con sus bocinas de alto volumen no nos dejan estar en paz”.