Todo exceso es malo, se dice y el criterio sienta a ciertas conductas obsesivas del pensar. Es dañino mantenerse “dando vueltas” o insistir en elucubraciones alrededor de complicaciones sucedidas.

Conozco sobre una obra lanzada este año en Estados Unidos que habla de “mujeres que piensan demasiado” y sin dudas caigo en la categoría de “sobrepensadora”, como son llamadas las personas que al confrontar algún problema o eventualidad, en su cabeza vuelven una y otra vez sobre la cuestión.

Esa excesiva inmersión mental va en perjuicio de nuestros asuntos, provoca acumulación de preocupaciones y nos hace anticipar catástrofes. El dañino “sobrepensar” se evita haciendo conciencia del comportamiento y accionando para desaprenderlo.

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