Introducción:

El domingo 20 de noviembre de 2011, fiesta de Cristo Rey, celebra a nivel nacional sus 40 años de presencia muy activa en República Dominicana el movimiento conocido popularmente, como Renovación Carismática o Renovación Cristiana en el Espíritu Santo.

Pienso que se puede definir dicho movimiento con esta expresión de Jesús: es “vino viejo en vasijas nuevas”, en el sentido de que es el Evangelio de siempre, pero proclamado con nuevo ardor, nuevos métodos y nuevas expresiones.

Recuerdo bien aquel octubre de 1974 (hacía tres años que la Renovación en el Espíritu estaba ya activa en el país, extendiéndose rápidamente como fuego en un cañaveral), cuando monseñor Pepén, mi obispo entonces, me dijo que si quería ir a Aguas Buenas, Puerto Rico, a un retiro con monseñor Uribe Jaramillo y el padre Diego Jaramillo para estudiar la Renovación, discernirla y decirle a mi vuelta si era válida para introducirla en la Diócesis de la Altagracia.

Yo no conocía en ese momento nada de la Renovación. Le respondí que, si él me lo pedía, con mucho gusto iría. A mi regreso le dije: “No hay en este movimiento ninguna afirmación teológica que yo no conociera antes, ni hubiera estudiado. Todas sus afirmaciones son verdades tradicionales de la Iglesia. La novedad y renovación están en la metodología pastoral que utilizan y en que están desempolvando y poniendo en práctica algunas verdades sobre las que no se habla tanto”.

Entonces, monseñor Pepén dio luz verde. Me pidió que comenzara con un grupo de doce personas, sólidas en su fe y en su vida de piedad. Así se hizo, y comenzó un grupo de oración en la sala de la casa curial de la Basílica los lunes.

Sin mayor promoción, únicamente fundamentados en la fuerza del Espíritu Santo, a los pocos meses hubo que pasar el grupo de la sala a la Basílica misma, porque ya eran 150 personas. Actualmente, cada lunes cuarto de mes, se reúne una asamblea que llega a 4,000 participantes.

Un regalo de Dios a la Iglesia: eso es la Renovación Cristiana en el Espíritu Santo, igual que otros movimientos, nuevas comunidades y ministerios.

Considero, además, que es una de las respuestas del Espíritu a la actual cultura científica y urbana, que pide “ver para creer” como también a situaciones de personas, grupos o países, una vez cristianos y necesitados ahora de una nueva evangelización.

La Renovación Carismática durante estos 40 años en República Dominicana (1971-2001) acentuó y desempolvó aspectos fundamentales, muy propios de la vida de la Iglesia y, por tanto, necesarios en todo cristiano. Son los que más abajo señalamos. Helos aquí, resumidos y agrupados en diez temas:

1. Proclamó por doquier, con voz convincente y con corazón ardiente, “lo elemental de la fe” (Cfr. Hebreos 5, 12-14 y 6, 1-6), un kerigma centrado en la Trinidad y en las necesidades de la gente de hoy. Concretamente proclamó:

El amor de Dios

El encuentro personal con un Cristo vivo, salvador, rey de reyes, señor de señores, centro de todo.

La acción del Espíritu Santo en nuestras vidas.

Recordó que: “La  vida cristiana no es otra cosa que la vida del Espíritu Santo en nosotros, oír su voz y seguir sus inspiraciones”. Cumplir los diez mandamientos basta para “ser bueno”, para vivir éticamente bien, propio de cualquier ser humano digno. Vivir cristianamente, en cambio, es “vivir del Espíritu” “estar atento a Él”. Ser cristiano, ser discípulo de Jesús, es “vivir en la onda del Espíritu”.

2. Puso de nuevo sobre el tapete en la vida de la Iglesia, de manera consciente y sistemática, el bautismo en el Espíritu, experiencia espiritual, en la que se da una especie de desbordamiento del Espíritu Santo, que influye profundamente en la persona, habiendo en muchos casos manifestaciones sensibles, tales como el don de lenguas y de profecía.

3. Renovó la fuerza de la oración, aquí y en el mundo entero, en privado y en grupo, como también los cinco tipos diferentes de oración:

La oración de bendición
La oración de petición
La oración de intercesión
La oración de acción de gracias
La oración de alabanza dentro de métodos propios de oración:
La oración en grupo.
Las asambleas de oración en voz alta y en silencio

4. Promovió la manifestación de carismas olvidados, que teníamos empolvados en la Iglesia, particularmente:

La glosolalia (don de hablar y orar en lenguas. Don de interpretarlas).
El don de profecía
La palabra de conocimiento
El don de discernimiento
El carisma de sanación

5. Potenció aspectos específicos de siete realidades clave de un cristiano católico:

Dio importancia al manejo personal de la Biblia y a la oración personal a partir de ella.

Acentuó algunos aspectos de la Eucaristía, como “el sentido de fiesta” de la misma, su dimensión de acción de gracias y alabanza y “la misa por los enfermos” (fuerza sanadora de la Eucaristía).

Revalorizó la dimensión sanadora del Sacramento de la Reconciliación (perdón, sanación interior, liberación del maligno).

En la Renovación el sacerdote aparece como un discípulo, que ha tenido un encuentro personal con Cristo, que se siente amado del Padre y conducido por el Espíritu; y como un pastor, que guía, anima, enseña, discierne, es capaz de actuar con otros dejándolos participar, asesora y tiene espíritu misionero.

A la Virgen María le dio un puesto propio, como “modelo”, “servidora” y “llena del Espíritu Santo” (carismática).

Proclamó la necesidad de la vida comunitaria, en grupos de oración o pequeñas comunidades eclesiales.

Fortaleció el liderazgo de laicos y laicas, en una clara línea eclesiológica de “comunión y participación”, como servidores:

Ejercido en la unidad y diversidad de carismas y de ministerios.

En la capacidad de entregarse a los demás.

Aprovechando los medios a su alcance: radio, televisión, revistas, periódicos, para proclamar la Palabra y esforzándose para que estuviera al alcance de todos.

6. Ha renovado las cinco sanaciones, que necesitamos los seres humanos para estar sanos y libres en el seguimiento de Cristo.  Estas son:

La sanación física o del cuerpo.
La sanación interior o del alma.
La sanación del pecado o del espíritu.
La sanación del Maligno o liberación.
La sanación intergeneracional o del árbol familiar.

7. Hizo patente la experiencia de un Dios vivo, la de “ver, oir y sentir a Dios” en nuestras vidas:

El ser humano es emociones, razón, voluntad:  porque es emociones necesita la experiencia del gozo,  de la paz, del amor de Dios en su vida y la Renovación Carismática las actualizó entre nosotros; porque es razón necesita doctrina sólida; porque es voluntad necesita tomar decisiones firmes.

Ha permitido ver a un Dios actuando en medio de nosotros, a través de muchas sanaciones de todo tipo, de muchas liberaciones y de acciones extraordinarias en situaciones específicas o en medio de la vida cotidiana.

Ha logrado que pudiéramos palpar a Dios, transformando la vida de muchas personas, incluyendo  las nuestras mismas, y haciéndonos testigos de estas transformaciones.

8. Nos trajo una nueva metodología:
Seminarios de vida en el Espíritu Santo.
Retiros abiertos y cerrados.
Grupos de oración.
Imposición de manos.
Modos nuevos de orar.
Ministerios de música.
Una alegría que contagia.
Una multiplicidad de servicios y ministerios.
Poner todas nuestras fuerzas y acciones en la fuerza y la acción del Espíritu Santo, en todos y cada uno de los momentos de nuestras vidas y cómo hacernos dóciles a Él.

Cursos de crecimiento de la vida cristiana y escuelas de formación sistemática para laicos.

9. Renovó la práctica de Jesús de acompañar, de manera consciente con señales y signos, la evangelización.  El testimonio de  vida es una de esas señales y signos.

10. La Renovación se puso como un niño en brazos de su Padre.
Ha sido una época de gran fe, con confianza en Dios, como la tienen los niños, en donde ella se entregó en los brazos del Padre y creyó que todo era posible para Él;  que todo lo que pidiera el Padre por Jesucristo en el Espíritu  lo escucharía y concedería.

Proclamó el amor de Dios a un mundo que necesitaba de amor y de misericordia.  Así, la renovación es más “pro-activa”  que “reactiva”.  Su predicación es más  “propositiva” que “condenatoria”.

Todo esto es  necesario hacerlo todavía hoy, sobre todo, para los que comienzan su camino de fe o para los bautizados, que no han tenido aún un encuentro personal  con Cristo.

CONCLUSIÓN:
Doy fe, en Santiago de los Caballeros a los 17 días del mes de noviembre del año del Señor 2011.
Ramón de la Rosa y Carpio
Arzobispo de Santiago

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