Es difícil sobreestimar el afecto que se siente por Tintín en Bélgica y en gran parte de Europa. Desde que apareció por primera vez como una tira cómica en un periódico en 1929, las aventuras del joven reportero trotamundos han capturado los corazones de los niños de todo el mundo.
Y una muestra de ello, es que hace dos años se abrió un museo en el sur de Bruselas, ciudad natal de Tintín, o al menos de su creador, el dibujante Hergé; 25 años después de la muerte del artista. Un gran espacio dedicado al dibujante y a una de sus universales creaciones, el fabuloso aventurero Tintín.
En el museo los visitantes pueden disfrutar de más de 80 planchas originales de los distintos cómic creados por el artista (no sólo de Tintín), así como más de 800 piezas, entre dibujos, croquis, ilustraciones y ediciones originales de la época de sus distintos cómic.
Cuando fue inaugurado, El País dio un curioso dato: «Lo que no puede ocultarse es la singular construcción. Obra del arquitecto francés Christian de Portzamparc (premio Pritzker, 1994), el edificio en forma de prisma evoca vagamente a la H del apellido del dibujante. Sus diseños de los años 20 han inspirado también el logotipo. La blancura de la fachada refuerza la sensación de ligereza del edificio que emerge atracado en una zona verde (los bosques de esta región valona que Hergé pintó más de una vez). Como una especie de isla que quedará unida al resto de la ciudad por una pasarela».
Ahora que la película sobre el dibujo, Las Aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio, ha sido todo un éxito en Europa acumulando, hasta ahora 220 millones de dólares (con un presupuesto de 135 millones) y lo que aún le queda por recaudar a la espera de su estreno en Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda, damos una breve mirada a lo que se exhibe en aquel lugar:
