Sin importar el lugar

El pasado domingo recibí un correo de una señora, quien me pide le oriente acerca de la agresión de género con un vecino.…

El pasado domingo recibí un correo de una señora, quien me pide le oriente acerca de la agresión de género con un vecino. Ella, la cual vive con su hija de 13 años, tiene esta problemática desde hace alrededor de cinco años; inclusive, ha ido a la fiscalía, y se le han puesto dos órdenes de alejamiento. No obstante a esto, principalmente por ser una madre sola, como ella sostiene, no ha cesado en amenazas de manera constante, hasta con arma de fuego. Narra que, en diciembre de este año que recién termina, al llamar la atención a un hijo de éste, fue agredida físicamente; y a su hija, en más de una ocasión, le ha agredido verbalmente, lo que ha traído como consecuencia una angustia y un miedo en la niña que no quiere ni salir sola fuera de su casa.

Casos como este se han vuelto comunes en la cotidianidad de muchas familias, las cuales, aparte de las situaciones que tienen que manejar dentro del hogar, tienen la carga emocional de la aprehensión de su persona más cercana, que es su vecino. Yo, en particular, tengo una de mis mejores amigas, médico, con trabajo hasta las 8:00pm, quien desde hace años mantiene una situación insoportable con una vecina, a tal punto, que, un día cualquiera, hace un tiempo no lejano, subió a su apartamento de manera abrupta, agrediendola también físicamente.

Tanto es así que, al día de hoy, después de haber buscado ayuda también y no poder controlar la situación, a su vivienda, que con esfuerzo desde hace más de 15 años ha estado pagando, ha tenido que colocarle un “se vende”.

El doctor César Mella y su esposa, con los cuales tuve la oportunidad de compartir puerta a puerta en un condominio por más de cuatro años, a quienes todos extrañamos, especialmente yo, fueron ejemplo de buen vivir en una comunidad  en tiempos como estos. Es penoso leer como noticia una denuncia hecha por este mismo doctor, ante la fiscalía, por serios problemas con un vecino.

Hoy día, es un orgullo decir: “No conozco ni siquiera al que vive al lado”. ¿Cómo está tu relación con aquel que tienes tan próximo como uno de tu familia?, ¿A veces viras el rostro para no tener siquiera que saludar?, o ¿Te detienes para mirarle y sonreírle?

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