Culto a la amistad

Estas próximas entregas las vamos a dedicar como un culto a la Amistad, reproduciendo una estrofa de la canción de Alberto Cortés…

Estas próximas entregas las vamos a dedicar como un culto a la Amistad, reproduciendo una estrofa de la canción de Alberto Cortés a mis amigos: “Un barco frágil de papel parece a veces la Amistad, pero jamás puede con él la más violenta tempestad, porque ese barco de papel tiene aferrado a su timón por capitán y timonel un corazón”.

Carta de Jorge Rodríguez
15 de diciembre de 1995.
Señor Guin Moya
Santo Domingo, D. N.
Querido Diego Augusto:

Al salir del Vesuvio anoche, en un gesto irreverente, califiqué a Dios de exagerado. Pues, si en mis anécdotas te presento como malcriado, Él es el responsable.  Él te malacostumbró a las bendiciones que puedo comprobar, sigue constantemente en demasía derramando sobre ti y los tuyos.

Él te dio el talento para, como aseverara nadie más y nadie menos que Don Manuel Acevedo Serrano, ser el estudiante más brillante que jamás hubiese encontrado en su larga y fructífera carrera de educador. Él hizo que pudieses recitar con excelencia las poesías y cantar las canciones más bellas.

No conforme, Él también te concedió ese talento que hizo de ti el prestigioso profesional y exitoso empresario de hoy.  Tus triunfos en esas y en todas tus actividades, lo saben todos los que oyen tu nombre, es exclusivamente el producto de una admirable dedicación al trabajo, pero más importante aún, una dedicación admirable sólo al trabajo honesto, que es el que verdaderamente dignifica al hombre.

Anoche, al verte acompañado de tu familia, no pensé en otra cosa que no fuese en que Dios sigue derramando gracias sobre ti. Te dio a Mally y te dio esos hijos ejemplares.  Estoy seguro de que tus nietos heredarán las cualidades que has sabido traspasar a sus padres. Él sigue igualito contigo. A ti y a los tuyos les deseo en estas navidades, en el Año Nuevo y siempre, que siga esa malacrianza. Guin, viejo y querido amigo, que Dios te bendiga.
Jorge Rodríguez

Respuesta a Jorge Rodríguez
19 de diciembre de 1995
Señor: Jorge Rodríguez
Ciudad
Querido Jorgito:

He recibido tu carta del 15 de este mes, para mí no es una carta, es un documento producto de un intenso afecto nacido de tantos años de amistad infantil que se ha mantenido incólume al través del tiempo y la distancia en los momentos de tristeza así como en las alegrías de ambos.

Cómo poder olvidar los entrañables momentos del Colegio Juan Pablo Duarte con la carismática figura del Sr. Serrano y esa pléyade de brillantes profesores que nos dieron esa intensa y extensa preparación académica primaria.  Cómo olvidar las clases nocturnas de inglés en la casa de Mr. Charles y la entrada en penumbras de esa casa, que a veces nos producía temor y echábamos a correr.

Cómo poder olvidar los juegos de volibol en el solar de Abraham los sábados por la mañana y los paseos a caballo los sábados por la tarde con mis rabietas cuando la yegua blanca no quería tomar el paso, o la inefable “acaba fiesta”.

Cuánta profundidad había en esa entrañable amistad, sin recelos, sin egoísmo, sin “facturas”.

Si Dios ha sido benévolo y pródigo conmigo, también ha sabido serlo contigo al través de tu vida, rodeado con una aureola de bonhomía que produce respeto, cariño y admiración de los tuyos de los que te hemos tratado y aún de los que no lo han hecho, eres medularmente un hombre bueno, digno, honorable y sincero.

Dije una vez que si en algo valían mis actuaciones, era porque había auto escogido unos jueces probos, dignos y honestos, esos jueces eran las personas que me conocían desde hacía mucho tiempo y me querían, tú querido amigo estás en un lugar muy predilecto entre ellos.

Que Dios siga derramando bendiciones sobre ti, Ameriquín, tus hijos y tu nieto. Te quiere con la sinceridad de afecto invariable.
Tu viejo amigo de siempre,
Guin Moya.

Carta del Ing. Christian Maluf

Moyita: Una persona que me aprecia y que está consciente de los avatares por los que estamos pasando todos los que nos dedicamos a nuestra profesión, de lo descarnado y ríspido que es el entorno en que nos desenvolvemos para poder sobrevivir en nuestro ejercicio, me obsequió un pequeño volumen de un místico contemporáneo de nacionalidad brasileña, Paulo  Coelho, titulado el “Manual del Guerrero de la Luz”, figura ésta acuñada por dicho señor para manifestar la necesidad de asumir actitudes y comportamientos en la vida de cada cual, basándose en la búsqueda continua de nuevos horizontes y mostrando una fortaleza tal que se convierta en paradigma de la comunidad donde se desenvuelve.

El libro trata de las cualidades que debe poseer un “Guerrero de la luz”, entre las cuales, reproduciré algunas de ellas.

• Un Guerrero de la Luz nunca olvida la gratitud, jamás olvida sus amigos porque la sangre de ellos se mezcló con la suya en el campo de batalla.

• Un Guerrero de la Luz sabe distinguir lo que es pasajero de lo que es definitivo y jamás pierde de vista las cosas duraderas y los lazos creados con solidez a través del tiempo.

• Un Guerrero de la Luz sabe lo que quiere y no necesita dar explicaciones.

• Un Guerrero de la Luz aprovecha toda y cualquier oportunidad para enseñarse a sí mismo y es capaz de corregir sus propios fallos.

• Un Guerrero de la Luz preserva a sus amigos y jamás es dominado por las tempestades de la existencia.  Tiene fuerzas para vencer las dificultades y seguir adelante.

• Un Guerrero de la Luz sabe que la perseverancia no tiene nada que ver con la insistencia y que la perseverancia es favorable.

• Un Guerrero de la Luz siempre hace algo fuera de lo común.  No tiene miedo de llorar antiguas penas ni de alegrarse con nuevos descubrimientos.  Un Guerrero no pasa sus días intentando representar el papel que los otros escogieron para él.

• Un Guerrero de la Luz mantiene el brillo en sus ojos, no sufre por cosas inútiles ni tiene dificultades mezquinas.

• Un Guerrero de la Luz no teme parecer loco, el Guerrero parece loco pero esto es apenas un disfraz.

• Un Guerrero de la Luz no pierde tiempo criticando las decisiones ajenas y sabe que para tener fe en su propio camino, no necesita probar que el camino del otro está equivocado.

• Un Guerrero de la Luz conoce sus defectos pero conoce también sus cualidades.  Sabe que el poder de la gacela es la habilidad de sus patas. El poder de la gaviota es su puntería para alcanzar el pez.  Aprendió que el tigre no teme a la hiena porque es consciente de su fuerza.

• Un Guerrero de la Luz no posterga sus decisiones. El reflexiona bastante antes de actuar. Sopesa su entrenamiento, su responsabilidad y su deber como maestro. Procura animarlas a hacer lo que le gustaría pero no se atreven.

• Un Guerrero de la Luz sabe que es imposible vivir en estado de completa relajación. Aprendió como arquero que, para disparar su saeta a distancia, es preciso mantener el arco bien estirado. Aprendió con las estrellas que solo la implosión interior permite su brillo. El Guerrero repara en que el caballo, en el momento de trasponer un obstáculo, contrae todos sus músculos, pero jamás confunde tensión con nerviosismo.

• El Guerrero de la Luz a veces actúa como el agua, y fluye entre los obstáculos que encuentra.

• El Guerrero de la Luz tiene las cualidades de una roca. Cuando está en terreno plano, él se mantiene estable.  Cuando en cambio lo colocan en terreno inclinado y las cosas que lo rodean no demuestran equilibrio o respeto, él revela su fuerza. Rueda en dirección al enemigo que amenaza la paz. En estos momentos, el Guerrero es devastador y nadie consigue detenerlo.

• Un Guerrero de la Luz nunca se acobarda. El Guerrero, ante los momentos difíciles y dolorosos, encara la situación desventajosa con heroísmo, resignación y coraje.

Luego de leer los documentos que me enviaste, incluyendo el dedicado a tu inolvidable hija, y consciente de tu actitud frente a la vida en todos los aspectos, personal, familiar, profesional e institucional, solo me resta decirte que tienes todas las características para ser un GUERRERO DE LA LUZ. Con afecto.
Christian Maluf.

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