“El alcohol me transformó en un ser terrible”

Felipe Polanco jamás imaginó que de “buscársela” en el colmado de su padre, como dependiente, pudiera llegar a trabajar en grandes escenarios, como el Madison Square Garden.

Felipe Polanco jamás imaginó que de “buscársela” en el colmado de su padre, como dependiente, pudiera llegar a trabajar en grandes escenarios, como el Madison Square Garden. En esta entrevista el humorista indica que debido a su adicción al alcohol se transformó en un ser impenetrable, prepotente y amargado: “Yo llevaba una vida completamente solitaria, donde me cogiera la noche ahí amanecía, fui muy mujeriego y bebedor. Todo lo que tenía lo gasté, lo boté todo, yo de verdad me convertí en un ateo, en un ser terrible”. 

Felipe asegura que había fines de semana en los que se ganaba entre 15  y 20 mil pesos por presentación y cuando retornaba a su hogar solamente tenía tres mil pesos en los bolsillos. “Gracias a Dios me alejé de muchas cosas del mundo, sobre todo del alcohol, que ya no existe en mi vida”.

1. Mi niñez.
Yo fui un niño muy tranquilo y obediente, (tenía que serlo) crecí en un hogar con mucha disciplina y mucho cariño de parte de mi mamá, no mucho de parte de mi papá, quien entendía, igual que los padres de antes, que los hombres no tienen que estar dando cariño ni nada de eso, lo de él era disciplina y honestidad. El respeto hacia los demás, sobre todo, ese fue el mayor legado que nos dejó.

2. Mis estudios
No fui buen estudiante, pasaba las materias arrastrando, “a pura chepa” como dicen, pero siempre he sido muy curioso y aunque no sacaba buenas notas en el colegio aprendí mucho. Me esforzaba por aprender, no me gustaba quedar mal, mis notas eran bajas, pero cuando me paraba a explicar algo lo hacía muy bien, ya después que fui creciendo me di cuenta de la importancia de aprender, sobre todo cuando entré a trabajar en la televisión, porque vi que la profesión de humorista era muy rechazada, la gente creía que el que se metía a ser cómico era porque no sabía hacer más nada, ni daba para nada y eso me motivó a aprender y a leer mucho.

3. Amante de los deportes
Fui un niño muy deportista, hice todos los deportes, o casi todos, por lo menos los de “olla”; de los deportes de ricos no hice ni tenis, ni natación. Imagínate, con qué fuerza practicaba uno estos deportes, y de dónde mi hija. Jugué baloncesto, pelota, softbol, ping pong, estuve en karate muchísimo tiempo, aunque no lo parezca, ya que la gordura después de viejo ha surtido su efecto. Ja ja ja ja ja…  

4. Abril de 1965
Vivía en la calle García Godoy del sector de Gazcue, ahí  a mi familia le cogió la revolución de abril. Imagínate, yo era un niño de diez años, recuerdo muchas cosas, momentos difíciles, escenas dantescas, veía a los muertos por dondequiera. Mi papá se quedó atendiendo el colmado que tenía;  mi mamá, mis hermanas y yo nos fuimos a vivir a otro lado. Cuando íbamos a ver a papá, muchas veces nos agarraban los tiroteos. Me quedan esos recuerdos, muy duros y desagradables.

5. Amores
Yo no fui muy enamoradito de niño, no había tiempo para eso, fue después de los 16 que comencé a despertar. Después sí tuve una novia en serio, pero esas son épocas pasadas, los caballeros no tienen memoria. Ja ja ja… Me he casado tres veces, a mi esposa la defino como una joya. Maggie Morales es el regalo que Dios me ha dado, es un ejemplo de mujer luchadora, de mujer consciente de que los matrimonios tienen altas y bajas.

6. Dos grandes dolores
Yo era muy allegado a mi mamá.  En el temperamento me parezco mucho a ella. Célida Delgado era una mujer muy alegre, una mujer extraordinaria, una líder natural. A todo lo que se dedicaba lo hacía bien, era tremenda cocinera, modista, y no me expreso así porque fuera mi mamá, es que hay seres humanos que tienen un arte al hacer las cosas, así era ella, tremenda. Fueron dos momentos muy diferentes, dos grandes dolores. El de mi mamá, porque se fue joven, murió a los 63 años y fue un golpe muy fuerte, terrible. Es como cuando te arrancan  un pedazo y tú no sabes ni porqué, ni cómo. La vida me la llevó muy pronto, un cáncer acabó con ella. En el caso de papá, cuando murió lo lloré terriblemente, porque yo duré  muchos años separado de él, por el alcohol, lo veía a veces, y cuando yo empezaba a cogerle el sabor a mi viejito, la vida se lo llevó.

7. El alcoholismo
Tras la muerte de mi madre llegaron momentos muy difíciles a mi vida, uno de ellos fue el alcoholismo. Yo no supe manejar lo que te da el trabajo en televisión, la fama, el dinero, viví una vida completamente equivocada, llegué a un punto de ganar muchísimo dinero, más de lo que yo podía estar preparado. Me convertí en un ser muy arrogante, petulante, siempre digo muy estúpido, porque veía la vida como si la hubieran hecho para mí. Fui un ser  irracional, maltraté mucho a mis seres queridos, sobre todo a mi esposa, no con violencia física, eso no lo vimos nunca, pero sí con insultos, golpeo psicológico, hasta un punto que mi vida fue deteriorándose y las personas cercanas queridas se me fueron del lado, inclusive ya mi esposa también se iba a divorciar, pero ahí es justamente cuando el Señor hace la obra en mí.

8. Mi vida en Jesucristo
En ese momento se prendieron las luces de mi vida, llegó la felicidad, no de una vez,  porque  la gente cree que cuando te conviertes al cristianismo ya la vida te cambia para felicidad y todo se te pone color de rosa, y no es así, todo es un proceso. No soy cristiano de boca, soy un cristiano de corazón, me llevo de la palabra ciento por ciento, soy humano y fallo, tengo un temperamento muy “ bolao”, que el Señor está trabajando con eso, ahora he aprendido a querer a los demás, yo antes no quería a nadie, a nadieeeeeeee, era un ser solitario, egoísta, nada más pensaba en mí, ganaba muchísimo cuarto y lo tiraba para arriba, estaba seguro de que iba a tener mucho más, por eso digo que la gente cree que el diablo es un pájaro prieto con un tenedor grande en la mano. Para mí el diablo es esa vocecita que te dice corre en ese carro, móntate en ese motor, yo tuve todos los carros caros, motocicletas y siempre busqué la forma de quitarme la vida. Intenté matarme, hubo un tiempo, en el año 1994, que dejé de beber y eso me llevó a una depresión a tal punto que me pegué una pistola en la cabeza para quitarme la vida, ese fue un momento muy difícil. Salía a la calle y me creía que era un león, luego llegaba a mi casa y me trancaba en el baño a dar gritos y a pedirle a ese Dios -en quien no creía- que me quitara el beber.

9. Mi hijo Gabriel
Un buen padre es un beneficio para el futuro de un hijo; por eso, me afano mucho con mis hijos. En la actualidad, el chiquito es el que vive conmigo. Gabriel es mi amigo, yo soy su amigo mayor, quien lo guía, lo aconseja y cuando tengo que ser padre que corrige también lo soy.

10. Amigos
Los verdaderos amigos, que yo me había alejado de ellos, pues sí han seguido siendo amigos, son amigos muy especiales de juventud que siempre están pendientes de mí.  Hay gente que me ofreció una amistad condicionada a que yo bebiera tragos, saliera con ellos, gastara dinero, a que hiciera cosas que no tenían sentido, personas que me aplaudían y me saltaban; y en los momentos difíciles, cuando yo toqué fondo con el alcohol, los busqué y me mandaban a decir: dígale a él que yo no hago trato con borracho. Pero Dios es tan grande que muchos de ellos se me han acercado a preguntarme cómo entrar a la vida cristiana y superar sus problemas en el matrimonio.

El maestro Freddy Beras Goico

Cuando yo vuelvo a trabajar con él, tengo unos cuatro o cinco años en el cristianismo, era otro hombre; fue algo tan bonito que personas que te vieron cómo te fuiste deteriorando, cómo tu vida se fue hundiendo, te ven emerger poco a poco y ellos mismos se encargan de ser los testigos de la obra de Dios, que en el caso de Freddy tenía que verme diario y darse cuenta de cómo había cambiado, entonces vino esa relación.

Cuando a él le diagnostican el cáncer a mí me dio una parálisis facial, por eso me encanta una canción que dice que todo obra para bien. En el entorno de Freddy nadie le hablaba de Jesucristo, no habían cristianos, solamente yo, siempre me mantenía en constante comunicación con él, le mandaba mensajes, mails, él estaba en Boston y yo en California.

Es muy bonito cuando sientes que tú has sido un instrumento que Dios ha usado para llegar al corazón de alguien, ver que tú has sido parte de esa metamorfosis. Aprendí mucho de todo lo que fue pasando en esos momentos, de ahí se estrechó más la amistad, que se convirtió en una hermandad entre nosotros. Hablo de dos hombres que estaban enfrentando un problema grandísimo, yo con un pasado de alcohol y él con un presente de cáncer.

Entrega
No soy cristiano de boca, soy un cristiano de corazón. Me llevo de la palabra ciento por ciento, aunque soy humano y fallo”.

Tocó fondo
Mi vida fue deteriorándose y las personas queridas se me fueron del lado, inclusive ya mi esposa también se iba a divorciar de mí”.

Arrepentimiento
En el año 1994, dejé de beber y eso me llevó a una depresión a tal punto que me pegué una pistola en la cabeza, para quitarme la vida ”.

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