El libro dominicano, ¿camino al abismo?

Los dueños y administradores de librerías perciben la cruda realidad por la que atraviesa el libro dominicano. Además, aprecian, que en el país, el amor por la lectura se ha ido perdiendo. Pero también, quienes son entes

Los dueños y administradores de librerías perciben la cruda realidad por la que atraviesa el libro dominicano. Además, aprecian, que en el país, el amor por la lectura se ha ido perdiendo. Pero también, quienes son entes de la producción de libros, gente de la literatura nacional y uno que otro hombre interesado porque se vaya en auxilio de los mendigos escritores, manifiestan una acentuada tristeza por la indiferencia que se observa ante la cultura nacional.No es que se culpe -del todo- a las autoridades gubernamentales por la falta de respaldo a la producción de obras y por vía de consecuencia, una indiferencia que poco a poco va preparando un terreno movedizo que ocasiona  que la cultura criolla resbale y ¡se vaya por el precipicio que puede llevar al país a una acentuada ignorancia!

Son constantes las denuncias de gerentes de librerías e intelectuales sobre la falta de interés por la lectura que muestra un alto segmento de la sociedad dominicana. Pero precisan que al poco interés por parte de la mayoría de los dominicanos por la lectura se unen -obviamente de manera negativa- a la falta de apoyo e incentivos del Estado.

Lo que debe hacer el Estado

El Estado, en función de sus organismos culturales, debe ser el soporte principal para que sus habitantes se preocupen por la lectura. Y uno de sus propósitos “más a las manos” debe ser dar facilidades a las editoras productoras de obras y los escritores.

Incentivar, principalmente, a la juventud a que tenga hábito por la lectura. No basta, dicen observadores, con la organización de ferias del libro, porque esas ferias tienden a convertirse en “simples períodos para el comercio”.

En el país ningún gobierno se ha preocupado por poner en práctica un plan de lectura que sea permanente, dice Virtudes Uribe, decana de las librerías dominicanas.

Uribe, administradora de la librería La Trinitaria, critica que en el país las autoridades no tengan un plan nacional científico -y adecuado con los tiempos modernos- que vaya en favor de la lectura. Dice que si un pueblo se preocupa por la lectura, los libros se venden más y quienes están como gerentes o administradores de librerías “no estuviéramos ahogados”.

De 18 librerías que funcionaban en la Zona Colonial de Santo Domingo, han colapsado 13. Sólo quedan cinco, de las cuales dos están también en el camino de la desaparición. Luna, La Trinitaria, Avante, América y Librería Pichardo son las únicas que todavía, con precariedad, operan en la Zona Colonial.

La librería Pichardo tiene un “se vende”. Por lo menos está en venta el edificio donde funciona. Luis Luna, su administrador, dice que “la realidad es que los libreros dominicanos estamos fracasados. Tengo 18 años en esta librería, pero me queda poco tiempo. No hay quien pueda subsistir”.

La Librería Mateca, que tiene como gerente general a Luisa Rodríguez, y Thesaurus , se mantienen operando, pero con ventas reducidas. Estas librerías operan en la avenida Abraham Lincoln, en el centro de la capital.

 En el país se aprobó, hace poco másde cinco años, la Ley del Libro. Una ley que exonera de impuestos a las editoras. Pero esa ley, refiere Virtudes Uribe, en la práctica no se aplica, por lo que es como si no existiera. Esta es una situación que también tiene al “garete” a los libreros dominicanos.

Luis Brea, destacado escritor, se une a los dueños de librería que reclaman incentivos por parte de las autoridades para que ese importante sector de la cultura nacional no colapse definitivamente.

La voz del Gobierno

El intelectual Basilio Belliard, director de Gestión Cultural del Ministerio de Cultura, dice que ciertamente en el país el amor por la lectura no se cultiva.  Pero cree que este no es un problema del gobierno. Precisa que si hoy el libro es afectado por una crisis, se debe a que la tecnología y la Internet le ganan la batalla a los libros impresos.

Consultado por elCaribe expone  Belliard, que partiendo de la realidad tecnológica y del  avance de la Internet, los dueños y administradores de librerías deben modernizarse, transformarse y adaptarse a esa realidad y poner en función los nuevos requerimientos del mercado de libros. “Hay que estar acorde con los nuevos tiempos. Los dueños de librerías deben buscar nuevos métodos para también motivar a la gente a la compra de libros, subraya Belliard. Ha declarado, asimismo, que las ofertas de novedades, libros de autores premiados y traducciones de obras son otros atractivos en favor de la lectura.

La consideración  del joven escritor y poeta encontró “eco” en el ministro de Cultura, licenciado José Rafael Lantigua, quien reconoce la crisis que afecta a las  librerías dominicanas, pero precisa que “es una crisis que abate principalmente a las librerías tradicionales, que no se han modernizado.

Esas librerías tradicionales, que no han asimilado los avances tecnológicos, no aplican-para motivar sus ventas- una estrategia de mercadeo y promoción delos libros. Se observa que en el Centro del Libro Cuesta es, en la actualidad, donde más libros venden.

“Librerías, como el Centro Cuesta del Libro, se mantienen a la vanguardia y superan a las que no acaban de modernizarse, y siguen a la espera de incentivos o protección del Estado”, diría un parroquiano amante de la lectura.

No contamos con un plan de alfabetización

Virtudes Uribe, quien tiene más de 40 años al frente de la librería La Trinitaria -bautizada como La casa del libro dominicano-, refiere que tampoco en el país hay un plan de alfabetización. Pero lo peor de todo, agrega, es que en los barrios populares de Santo Domingo y pueblos del interior “no hay bibliotecas para que principalmente los jóvenes se motiven por la lectura”. En el año 2011 la compra de libros en las librerías locales bajó a más del 80 por ciento, según Virtudes…¡esto es un escándalo.

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