Belfast inaugura atracción turística del Titanic

Entre una y otra experiencias, la nueva e impresionante atracción turística de Belfast -el centro de visitantes Titanic Belfast con un…

Entre una y otra experiencias, la nueva e impresionante atracción turística de Belfast -el centro de visitantes Titanic Belfast con un costo de 160 millones de dólares-, ofrece un atractivo retrato de la emoción, la ambición y la opulencia que rodeó al trasatlántico condenado al naufragio.

Con 100,000 entradas ya vendidas, Belfast espera que su Titanic incremente el turismo a una ciudad golpeada por años de conflicto. Un festival de tres semanas con charlas, paseos y siete espectáculos sobre el Titanic -incluyendo «Titanic, El Musical»- también arranca este sábado para conmemorar el centenario del viaje inaugural del barco.

La primera impresión que se llevan los visitantes es la del impresionante exterior del centro, con cuatro proas de seis pisos forradas con paneles de acero plateado.

El centro queda junto al muelle de Belfast Lough, donde el barco de 46.329 toneladas se construyó entre 1909 y 1911 y zarpó para sus pruebas de navegación el 2 de abril de 1912. El Titanic inició su fatídico viaje inaugural en el puerto inglés de Southampton, ocho días después chocó contra un iceberg, poco antes de la medianoche del 14 de abril, y se hundió en cuestión de horas causando la muerte de 1,514 personas.

Un carrito como de montaña rusa lleva a los visitantes del centro por los tres pisos de una réplica del astillero Harland & Wolff que fabricó el barco para la compañía White Star Line de Liverpool. No hay que esperar sustos, sólo un recorrido panorámico que deja entrever la magnitud del casco del barco y la energía de los trabajadores del muelle, en este caso videoproyecciones de actores con vestuarios de época. Aquellos a bordo pueden escuchar una crónica del recorrido en inglés, español, francés, alemán, italiano y chino.

Después de esto, los visitantes ven un video con imágenes generadas por computadora del Titanic terminado, piso por piso, desde el cuarto de máquinas hasta la famosa escalera en la cabina de primera clase que inmortalizó James Cameron en su película «Titanic» de 1997. En la misma sala hay reproducciones de las cabinas de primera, segunda y tercera clase, que también cuentan con videoproyecciones de pasajeros ficticios descansando o preparándose para ir a cenar.

Para satisfacción de los fanáticos de la navegación o del Titanic, no se escatimó en detalles históricos. Todas las paredes están forrada, de forma cronológica, con detalles sobre cada fase de la construcción, cada firma y especialidad de ingeniería involucrada y cada parte del barco, desde las cuatro chimeneas de 7.3 metros (24 pies) de diámetro hasta los seis pianos.

Sobre la travesía del barco a Southampton y los puertos de Cherbourg, Francia y Queenstown, Irlanda, donde también recogió pasajeros, abunda información, con cifras y nombre de gente distinguida que abordó, sus historias y relatos sobre la emoción que sentían de viajar a Nueva York.

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