Introducción:

La Conferencia del Episcopado Dominicano, desde el año 1962 para las elecciones de 1963, ha emitido al menos un mensaje prácticamente para cada elección, dedicado sólo a ese tema. Suman más de 25. En otros cinco documentos más, no precisamente sobre elecciones, se ha referido también a esta temática, de manera más breve. Realmente los obispos dominicanos han dado seguimiento y acompañamiento muy serio y amplio a los procesos electorales del país, durante sus primeros 50 años de democracia después de la caída del régimen de Trujillo. El conjunto de su magisterio equivale a un pequeño tratado sobre la materia.

En su mensaje del 27 de febrero de 1996, titulado: “Urge pasar de las palabras a la acción”, el episcopado dominicano afirma: “Creemos que en la República Dominicana cuanto debiera decirse se ha dicho ya. Todo lo que nosotros, los obispos, desde nuestra misión de pastores, pudiéramos decir sobre nuestros males, nuestras posibilidades, sobre nuestras virtudes y defectos, sobre el quehacer económico y político, sobre el buen elegir en una contienda electoral lo hemos dicho ya. Lo necesario y urgente en República Dominicana es la acción”.

Mi propósito ahora es extraer de ese conjunto criterios de siempre, lo que ya han dicho los obispos “sobre el buen elegir en una contienda electoral”, criterios que son válidos para cualquier tiempo de elecciones.  Los citaré textualmente y al final de las citas pondré el año en que fue emitido cada criterio como también aquellos años en los que fuere pedido en otro documento.

Católicos

He aquí la orientación clara y terminante de la Conferencia Episcopal Dominicana referente a la participación en partidos políticos y votos de los católicos:

a.- Ella reconoce que “es necesaria la existencia de diversos partidos políticos y que por lo tanto no señalamos partido a escoger ni rechazar”.

b.- Que “la participación en la política constituye para los fieles un deber verdadero y propio” y que los fieles “deben inscribirse en partidos que defiendan una auténtica política nacional”.

c.- “Que los católicos tienen el deber de votar en bien de la sociedad, especialmente en las actuales circunstancias y que el voto constituye ‘un deber de conciencia’ y no por motivos personales y egoístas”.

d.- “Que los católicos sólo deben votar por personas honestas que ofrezcan garantía para el futuro de la patria y de la Iglesia” (1962).

Gobierno elegido

“Exhortamos a todos a sostener el gobierno que salga de las urnas, dedicándonos a trabajar unidos por una sola causa: el bienestar del pueblo dominicano.

Que es deber del gobierno elegido convertido en el “verdadero” guardián de este bienestar, respetando la opinión política de cada ciudadano que actúe dentro del orden, utilizando todos los hombres de valor que hay en el país y no creando el pánico con el despido masivo de empleados eficientes para colocar allí a sus partidarios, en violación de la justicia y el derecho” (1966).

Manchas

“A medida que el clima electoral se iba manchando con atropellos, violaciones y muertes, los obispos en las respectivas diócesis hemos ido levantando nuestra voz para llamar al respeto mutuo, a la corrección y a la convivencia verdaderamente humana, especialmente en este tiempo” (1974).

Convivencia

“Con ese mismo respeto, pero al mismo tiempo con la misma fuerza y obligación para nuestras conciencias de pastores, queremos ahora, en vísperas de las elecciones, hacer un especial llamado a todos los dominicanos, sea cual fuere su partido y tengan la responsabilidad pública que sea:

a). La paz de los dominicanos y particularmente de los más necesitados reclama que la Junta Central Electoral propicie una justa electoral en que haya participación efectiva y equilibrada, en cuanto a posibilidades, para todos los partidos que se propusieron acudir a las elecciones.

b). La justicia nos pide que nada ni nadie predisponga ilegítimamente, en unadirección u otra, a los ciudadanos con derecho a ésta o aquella opción.
Esto quiere decir que ni las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, ni los directores de conciencia, ni la misma devoción religiosa, ni los periodistas… pueden inclinar al electorado en una dirección determinada.

c). El bien de la República exige que se respete el resultado de las elecciones. Esto significa:

– Que todas las instituciones del Estado acaten la voluntad de la mayoría, manifestada en las urnas en legítima contienda electoral.

– Que ninguno se ensañe contra nadie: sea cual sea el ganador o perdedor nadie tiene el derecho a arrogarse la verdad absoluta y la seguridad completa en lo temporal. Y sobre los valores temporales está la dignidad de la persona humana, no importa quien sea” (1974).

Responsabilidad

a). “Un período de elecciones es un momento nacional, especialmente intenso, cargado de responsabilidad. La responsabilidad está determinada por las consecuencias económicas, políticas y sociales que de tales elecciones se derivarán para la nación, individual y comunitariamente. Detrás de cada programa y candidato político existe siempre un tipo concreto de sociedad que se propugna y existe también un conjunto de valores (estima real de realidades concretas) que se procurará hacer prevalecer sobre otros valores de signo distinto o contrario”.

b). “Asumir este tiempo como responsabilidad y no como oportunidad de lograr ventajas propias, personales de grupo, es por otro lado, para los católicos a quienes principalmente nos dirigimos hoy, no sólo un deber cívico fundamentado en la naturaleza, sino también un deber religioso”.

c). “El cristiano no sólo en cuanto al ciudadano, sino también en cuanto al cristiano, está obligado a buscar con responsabilidad, a través de su voto en las elecciones, la mayor perfección posible para la nación. Y esta responsabilidad le obliga a votar en conciencia sin votar por votar, teniendo presente el mayor bien de todos sin intereses mezquinos.

La responsabilidad, sin embargo, del período electoral y de las elecciones debe ser compartida por los dirigentes de los partidos políticos, por la ciudadanía toda y por los poderes públicos”.

d). “Respecto a los dirigentes de los partidos políticos, responsabilidad significa anteponer siempre el bien común al bien particular y partidista; dar la primacía a lo humano y social sobre lo meramente político; tener los ofrecimientos y promesas, que se hagan, por palabra de honor dada que no se puede luego traicionar; ser objetivos en la presentación de los problemas existentes; buscar verdaderamente la solución de tales problemas, proponer honestamente que tal solución exigirá siempre la colaboración, generosidad y sacrificio de todos; mantener relaciones de altura, dignidad, con los demás dirigentes políticos, respetar lealmente la conciencia de cada uno y su libertad; proponer con claridad los programas y planes que se llevarán a cabo y los principios de donde se partirá para ello; y presentar sin equívocos las características y modalidades de los candidatos”.

e). “Respecto a la ciudadanía, responsabilidad electoral significa mirar el voto no sólo como un derecho sino como un deber; buscar a través del voto el bien de todos y no intereses particulares; tener muy presente la situación real de los débiles socialmente y postergados; intentar contribuir, en lo posible, a la solución de los males existentes; dejarse solamente convencer por la verdad, por la justicia y por el amor y la solidaridad; votar en conciencia; y exigir de los candidatos capacidad, capacitación, honestidad, desinterés, amor patrio, entrega y conceptos correctos de la sociedad, del poder, de la autoridad, de la producción, del bien común, de la distribución de cargas y beneficios equitativa y justa, de la co-participación y de las estructuras que para ello deben imperar”.

“Somos conscientes, sin embargo, que en la práctica exigir todo lo expuesto es caer en lo utópico. Pero no por eso debemos recortar el horizonte ni renunciar a insistir en metas altas, aunque después nos ‘conformemos’ con el mayor acercamiento posible a ellas, dadas nuestras limitaciones y dificultades concretas”.

f). “Respecto, por fin a los poderes públicos, responsabilidad en el período intenso electoral, significa garantizar, justa y equitativamente, la igualdad de derechos de los partidos legalizados en la justa electoral; salvaguardar la normalidad en todo; promover cuanto favorezca la buena marcha del proceso; asegurar el orden, la paz, la libertad y el respeto mutuo en todo momento y sobre todo el día de la votación; respetar serena y dignamente el resultado de las elecciones y agilizar lo más posible el cómputo de los votos y su información veraz” (1978).

CONCLUSIÓN:

CERTIFICO que estas orientaciones las recogí en mi libro “Elecciones” y las publiqué en esta columna el domingo 30 de abril de 2006 con motivo de las elecciones presidenciales de ese año, y ahora de nuevo.

DOY FE, en Santiago de los Caballeros para que sean publicadas otra vez el sábado 28 de abril de 2012, porque conservan su actualidad. l

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