Tal vez ningún dominicano se sorprendió más que el autor de esta columna cuando se dio a conocer la noticia de que Salvador se había asilado en la embajada de la República de Venezuela.
Cuando los periodistas nos llamaron por teléfono para conocer nuestra reacción con relación al asilo de Salvador, a todos les dimos la misma respuesta; “no creemos tal cosa, eso no puede ser; pueden llamarnos un poco más tarde hasta tanto nos informemos de la veracidad de lo que ustedes nos están preguntando”.
Nuestra reacción tenía que ser esa, porque jamás podíamos pensar que un hombre como Salvador, por su temperamento y formación, llegaría al extremo de buscar asilo en una embajada por alegada persecución política.
Respetamos el criterio de Salvador para buscar asilo por alegada persecución política, pero no lo compartimos. Creemos que hoy, en nuestro país, nadie puede decir que está siendo objeto de persecución por sus ideas o actividades políticas.
Es posible que algunos militantes de izquierda, por sus actividades políticas o sindicales, en forma aislada, no sistemática, hayan sido objeto de persecución política.
En la República Dominicana hay todo un grupo de hombres y mujeres que tiene una clara trayectoria en la defensa de los derechos humanos y las libertades públicas, y si fuera cierto que aquí existiera persecución política e ideológica, hace tiempo que estuvieran enfrentados con el gobierno sin importar que los perseguidos fueran de derecha, de izquierda, oficialista, ex oficialistas, civiles o militares o ex militares.
La vocación democrática es una línea de comportamiento político que se mantiene en todo momento, ante todo régimen y sin importar el pensamiento político de quien necesite ser defendido. La solidaridad, la más alta expresión del ser humano, se manifiesta en nuestro país cuando se lanza la represión, cuando se utiliza la persecución como medio de cercenar las libertades y derechos inherentes a la persona humana.
Sin importar el comportamiento político que tuvo Salvador como presidente de la República, si en su contra se lanza una persecución por motivos políticos, de seguro que muchos de los que han sido, son y siempre serán sus adversarios políticos, se pondrían a su lado contra el gobierno presidido por el doctor Joaquín Balaguer.
El sectarismo no existe en la conciencia de los dominicanos que tienen sensibilidad, que se preocupan para que los pueblos del mundo vivan en forma digna y decorosa. No creemos que contra Salvador se esté ejecutando una política sectaria contra su pensamiento político e ideológico. (177)
Leyes contra la corrupción
Una periodista que trabaja para un vespertino de la ciudad capital nos preguntó, doctor Veras, en su condición de presidente de la Asociación de Abogados de Santiago, ¿por qué usted no elabora un proyecto de ley que tenga como objetivo enfrentar la corrupción en el sector público? Le respondimos a la periodista, que en nuestro ordenamiento jurídico vigente existen disposiciones que, de ser aplicadas, tienen por finalidad sancionar el robo de los dineros del pueblo y que, además, en otras oportunidades hemos elaborado proyectos de leyes con el fin de enfrentar, dentro de lo posible, la corrupción que se dé en el sector público. Hace unos cinco años, le dijimos a la periodista, conjuntamente con el ingeniero Hamlet Herman, preparamos un proyecto de ley, lo pusimos en manos de los legisladores y el mismo fue engavetado.
Recordamos ahora que el doctor Salvador Jorge Blanco, durante la campaña electoral de 1982 lanzó la idea de que los expresidentes constitucionales fueran investidos con la calidad de senadores vitalicios.
Ante la idea lanzada por Salvador publicamos un artículo oponiéndonos a su sugerencia y dijimos, en esa oportunidad, que aquí, en nuestro país, en lugar de conceder el título de senadores vitalicios a los expresidentes constitucionales, los mismos debían de ser investigados con respecto a la situación de sus patrimonios antes, durante y después de su gestión gubernativa.
Con respecto a la misma idea lanzada por Salvador en el sentido de que se dispusiera que los expedientes constitucionales fueran declarados senadores vitalicios, también publicamos un artículo en el periódico “El Día” de fecha 8 de enero de 1983, con el título ¡Que Investiguen Esos Patrimonios!
Si aquí se investiga el patrimonio económico de los ciudadanos que han desempeñado la función de Poder Ejecutivo desde la muerte de Trujillo, es posible que solamente uno salga limpio; y seguimos diciendo en el artículo comentado:
En nuestro país la investidura de Presidente de la República de calidad para disponer, impunemente, de los dineros del pueblo. Basta con que un ciudadano cualquiera sea elegido Presidente de la República para que pueda robar, sin reservas ni limitaciones, todo lo que esté a su alcance y disposición, con la ventaja de que luego de terminar su mandato gozará de privilegios económicos, protección policial y una evidente inmunidad.
Si se sigue permitiendo que el hecho de desempeñar la función de Poder Ejecutivo entrañe también la de disponer de los dineros del pueblo para su propio beneficio, o el de sus familiares y amigos, por más que se quiera dar lustre a la democracia representativa ésta seguirá siendo la misma de siempre, fuente de enriquecimiento ilícito de los politiqueros oficialistas y sus más cercanos seguidores.
Todavía hoy seguimos con la creencia de que si en nuestro país se investiga el patrimonio de todos los presidentes constitucionales que ha tenido el país después de la muerte de Trujillo, solamente uno sale limpio.
Hay que seguir trillando el camino de la denuncia constante, permanente, contra los que se enriquecen desde el poder, o amparados en los resortes del poder. Hay que darle vida a los instrumentos legales que en nuestro ordenamiento legal sirven para sancionar a los ladrones de cuello blanco, a los pillos disfrazados de políticos honestos.
A los que han robado desde el poder hay que decirles: Políticos Pillos, vivirán avergonzados como un zorro capturado por una gallina. (178)
Salvador y sus colaboradores
La política errada y desacertada aplicada desde el poder por Salvador dio como resultado lo que el pueblo dominicano ve hoy expresado en denuncias, querellas, agravios, desavenencias y toda una serie de hechos y circunstancias que mantienen a todo el país en vilo.
En artículos que publicamos durante la gestión gubernativa de Salvador advertimos la impopularidad del pasado gobierno.
En fecha 6 del mes de diciembre de 1983, en esta misma columna y periódico, publicamos un artículo con el título “Salvador, Gobierno e Impopularidad”, y decíamos, entre otras cosas: “Si Salvador toma un carro del transporte urbano puede comprobar directamente el bajo nivel de popularidad que tiene hoy su gobierno. Creemos que si Salvador ocupa un vehículo, o se mueve a pie por las calles de la capital o Santiago, con un sombrero y en cuerpo de camisa, o en forma tal que no pueda ser identificado por su propia persona y considerado como un ciudadano común y corriente, advertirá de inmediato que la popularidad de su gobierno está por el suelo. Desde el gobierno presidido por el Profesor Juan Bosch., en el año 1963, no habíamos visto un gobierno con tanta popularidad como el que llegó al poder encabezado por Salvador en 1982. Pero esa popularidad que tenía el gobierno de Salvador, ha ido desapareciendo poco a poco, y ya hoy la impopularidad se observa por todas partes”.
Independientemente del comportamiento personal de Salvador, muchos de sus colaboradores no laboraron como manda Dios en su trato con el pueblo, ni mucho menos con el manejo de los dineros públicos.
En un artículo que publicamos en este periódico en fecha 7 de diciembre de 1983, con el título: “Salvador, Un Nuevo Equipo”, decíamos: “A nivel de colaboradores, Salvador tampoco ha tenido la mejor suerte. Si es cierto que ha logrado rodearse de algunos perredeístas que brillan por su honradez y capacidad, no es menos cierto que hay otros que no han aportado buena imagen, popularidad, honradez, capacidad ni destreza en las áreas que laboran.
Lo que se define como el equipo económico del gobierno, no creemos que le ha dado a Salvador las mejores orientaciones. Ha sido infeliz la asesoría que ha brindado a Salvador la generalidad de sus asesores económicos.
La práctica así lo demuestra”.
Con respecto a la aplicación de la ley a los delincuentes, en el mismo artículo dijimos: “Salvador no debió de continuar con la aplicación de la política de borrón y cuenta nueva.
El debió de llevar a los tribunales a todos los que aquí se han enriquecido con los dineros del pueblo, sin importar el rango, militancia o investidura política pasada, máxime si él sabía que estaba recibiendo “un gobierno en plena quiebra material y también moral”.
Cuando escribíamos artículos como los ya citados, sus amigos de ocasión, turiferarios, pelafustanes y malandrines les decían a Salvador, “que no había que hacer caso a lo que decíamos, que exponíamos nuestras ideas dominados por un sentimiento izquierdista”.
Hoy muchos de los colaboradores de Salvador, unos están perseguidos, otros en la cárcel, y Salvador, con su salud deteriorada, como prófugo de la justicia y su imagen pública también deteriorada.
Al más petulante de los colaboradores de Salvador, se le puede decir hoy gallina, aunque ayer él era como un gallo, que creía que el sol se había levantado para oírlo cantar. Lo único que lamentamos de todo esto es la precaria salud de Salvador. (179) l
FUENTES:
(177) El Nacional. 13 de mayo 1987.
(178) El Nacional. 20 de mayo 1987.
(179) El Nacional. 22 de mayo 1987.
Continuará la semana próxima