8 maneras (locas) de perder peso

1. Come despacio. Al cerebro le toma 20 minutos reconocer que estás llena. La solución es comer más lento, porque…

8 maneras (locas) de perder peso

1. Come despacio. Al cerebro le toma 20 minutos reconocer que estás llena. La solución es comer más lento, porque…

1. Come despacio. Al cerebro le toma 20 minutos reconocer que estás llena. La solución es comer más lento, porque si comes demasiado rápido, te adelantarás a los controles internos del organismo y te llenarás antes de que el cerebro reciba esa información. Come en compañía, deja descansar el tenedor entre bocado y bocado y traga lo que tienes en la boca antes de llenarla de nuevo. Ensaya tomándote una sopa bien caliente (no podrás ingerirla aprisa).

2. Usa la otra mano. Si quieres perder peso toma el asunto en tus manos: controla tu apetito comiendo con tu mano no dominante, como hacen las francesas; es decir, si eres diestra, come con la mano izquierda y viceversa. Como te sentirás incómoda y algo torpe, concentrarás más tu atención en los movimientos de tu mano hacia la boca y, como consecuencia, comerás más despacio, lo que a su vez le dará a tu cerebro la oportunidad de registrar que tu estómago está lleno.

3. Engáñate. Sírvete la comida en platos más pequeños que den la ilusión de que estás comiendo de más. La acción de servirte una y otra vez acabará por saciarte antes de la tercera vuelta.

4. Presta atención. Aléjate de la televisión o la pantalla de la computadora cuando vayas a comer, así prestarás más atención a cuánto te llevas a la boca. Se ha comprobado que pasar 20 horas semanales delante de la televisión (alrededor de tres horas diarias) incrementa en un 65% el riesgo de obesidad y algo menos el de diabetes tipo 2. Pero, ¿cómo puede engordarte un inofensivo aparato eléctrico? Además de que te distrae y no te permite prestar atención a los sabores ni a las cantidades que ingieres, la televisión te añade kilos de forma indirecta: porque fomenta el consumo de alimentos calóricos, algo que no sucede con otras actividades sedentarias como leer o escribir. Además, diversos estudios han constatado que la alimentación de las personas que pasan más tiempo frente al televisor es rica en calorías y grasas saturadas.

5. Mastica. Según un estudio realizado por el Departamento de Psicología Clínica del Instituto de Investigación Psicomática de Madrid, en España, masticar chicles puede mejorar y calmar los estados de ansiedad transitorios, incluso los que inducen a comer de más. La explicación es que el efecto de chupar actúa como un calmante natural: algo parecido a lo que les ocurre a los niños con el bobo.

6. Desecha la comida confort. Según un estudio de la Universidad de Cornell en Nueva York, la tristeza puede fomentar una mala alimentación debido al deseo de tener un breve estado de euforia. Porque cuando nos invaden momentos de tristeza, estamos deprimidos o bajos de ánimo, buscamos refugio en algún elemento o situación que ayude a revertir el malestar. Y según una investigación de la revista médica Physiology & Behavior cuando una mujer busca algún alimento para sentirse bien, generalmente se le antojan chocolates.

7. Toma sol. Según Jay Williams, autor de The 24-hour Turnaroud (El cambio en 24 horas), la serotonina, ese químico cerebral relacionado con la sensación de bienestar, que ayuda, entre otras cosas, a reducir el apetito, es estimulado por la luz del día. Para incentivar la producción diaria de la serotonina, toma el sol: acércate a la ventana y aprovecha los primeros rayos del día o sal a dar un paseo. Tus ganas de comer de más, disminuirán.

8. Descansa. Según Jay Williams, el mal humor y la agresividad pueden inducirte a comer más, en un esfuerzo por lograr elevar los niveles de serotonina, Procura dormir suficiente cada noche, y prueba con terapias de relajación que te liberen de la ansiedad.

Ejercítate en la mañana. Después de dormir ocho horas, tus reservas de carbohidratos están más bajas y tu cuerpo se verá obligado a utilizar tus depósitos de grasa para obtener el combustible que necesita. 

 

 

Posted in Sin categoría

1. Come despacio. Al cerebro le toma 20 minutos reconocer que estás llena. La solución es comer más lento, porque si comes demasiado rápido, te adelantarás a los controles internos del organismo y te llenarás antes de que el cerebro reciba esa información. Come en compañía, deja descansar el tenedor entre bocado y bocado y traga lo que tienes en la boca antes de llenarla de nuevo. Ensaya tomándote una sopa bien caliente (no podrás ingerirla aprisa).

2. Usa la otra mano. Si quieres perder peso toma el asunto en tus manos: controla tu apetito comiendo con tu mano no dominante, como hacen las francesas; es decir, si eres diestra, come con la mano izquierda y viceversa. Como te sentirás incómoda y algo torpe, concentrarás más tu atención en los movimientos de tu mano hacia la boca y, como consecuencia, comerás más despacio, lo que a su vez le dará a tu cerebro la oportunidad de registrar que tu estómago está lleno.

3. Engáñate. Sírvete la comida en platos más pequeños que den la ilusión de que estás comiendo de más. La acción de servirte una y otra vez acabará por saciarte antes de la tercera vuelta.

4. Presta atención. Aléjate de la televisión o la pantalla de la computadora cuando vayas a comer, así prestarás más atención a cuánto te llevas a la boca. Se ha comprobado que pasar 20 horas semanales delante de la televisión (alrededor de tres horas diarias) incrementa en un 65% el riesgo de obesidad y algo menos el de diabetes tipo 2. Pero, ¿cómo puede engordarte un inofensivo aparato eléctrico? Además de que te distrae y no te permite prestar atención a los sabores ni a las cantidades que ingieres, la televisión te añade kilos de forma indirecta: porque fomenta el consumo de alimentos calóricos, algo que no sucede con otras actividades sedentarias como leer o escribir. Además, diversos estudios han constatado que la alimentación de las personas que pasan más tiempo frente al televisor es rica en calorías y grasas saturadas.

5. Mastica. Según un estudio realizado por el Departamento de Psicología Clínica del Instituto de Investigación Psicomática de Madrid, en España, masticar chicles puede mejorar y calmar los estados de ansiedad transitorios, incluso los que inducen a comer de más. La explicación es que el efecto de chupar actúa como un calmante natural: algo parecido a lo que les ocurre a los niños con el bobo.

6. Desecha la comida confort. Según un estudio de la Universidad de Cornell en Nueva York, la tristeza puede fomentar una mala alimentación debido al deseo de tener un breve estado de euforia. Porque cuando nos invaden momentos de tristeza, estamos deprimidos o bajos de ánimo, buscamos refugio en algún elemento o situación que ayude a revertir el malestar. Y según una investigación de la revista médica Physiology & Behavior cuando una mujer busca algún alimento para sentirse bien, generalmente se le antojan chocolates.

7. Toma sol. Según Jay Williams, autor de The 24-hour Turnaroud (El cambio en 24 horas), la serotonina, ese químico cerebral relacionado con la sensación de bienestar, que ayuda, entre otras cosas, a reducir el apetito, es estimulado por la luz del día. Para incentivar la producción diaria de la serotonina, toma el sol: acércate a la ventana y aprovecha los primeros rayos del día o sal a dar un paseo. Tus ganas de comer de más, disminuirán.

8. Descansa. Según Jay Williams, el mal humor y la agresividad pueden inducirte a comer más, en un esfuerzo por lograr elevar los niveles de serotonina, Procura dormir suficiente cada noche, y prueba con terapias de relajación que te liberen de la ansiedad.

Ejercítate en la mañana. Después de dormir ocho horas, tus reservas de carbohidratos están más bajas y tu cuerpo se verá obligado a utilizar tus depósitos de grasa para obtener el combustible que necesita. 

 

 

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas