Aprende a degustar el sabor del vino

Esta bebida posee distintos sabores que hacen de su degustación una experiencia inigualable. El libro “Todo lo que debes saber sobre el vino, para impresionar en la mesa a tus amigos”, te dice cómo.

Esta bebida posee distintos sabores que hacen de su degustación una experiencia inigualable. El libro “Todo lo que debes saber sobre el vino, para impresionar en la mesa a tus amigos”, te dice cómo.Aunque la nariz es el órgano más importante para detectar los olores y aromas, no debes olvidarte de la boca, pues el cerebro se encarga de otorgarle una importante función.  Aunque las únicas informaciones que emanan de ella son las que proporciona la lengua, la comunicación entre las vías nasales y la parte posterior de este órgano permite la percepción de nuevos aromas por el conducto retronasal, de modo que el cerebro, envía al catador la impresión de todo lo que percibe en el paso del vino por la boca.

Según el nuevo libro del sello Aguilar “Todo lo que debes saber sobre el vino, para impresionar en la mesa a tus amigos”, escrito por Mauricio Wiesenthal y Francesc Navarro, en la boca se perciben los cuatro gustos básicos: salado, azucarado, ácido y amargo.

“En el vino el amargor puede ser evidente en algunos tintos tánicos o en blancos muy marcados por la madera. Puede encontrarse incluso en espumosos algo oxidados por la crianza. El amargor percibido en el fondo de la boca está relacionado a menudo con la astringencia de los taninos, que provoca una constricción de las mucosas”, destacan.

Mientras que las sensaciones dulces que produce un vino en boca vienen determinadas tanto por los azúcares que pueda tener como por la mayor o menor proporción de alcohol que posea. Es por esta razón que el salado no es una característica primordial de los vinos a pesar de que contienen sales, aunque hay otros más “salinosos”, como la manzanilla o algunos elaborados con otras variedades.

“Al igual que el alcohol, la acidez desempeña un papel gustativo esencial, aportando vivacidad y frescor. Es uno de los componentes fundamentales del equilibrio de esta bebida y también de su conservación”, escribe Wiesenthal. “Una carencia de acidez se traduce en un dulzor excesivo, blandura e incluso pesadez. El sabor ácido se abre en una vasta paleta de matices y será su intensidad la que haga que el vino sea fresco, vivo, nervioso acidulado e incluso verde”, continúa Navarro.

Las sensaciones del vino en la boca

Cada uno de los cuatro sabores se percibe en una zona determinada de la lengua. El dulce lo capta la punta de la lengua; el salado, los bordes laterales anteriores; el ácido, los laterales posteriores, y el amargo, el fondo de la superficie superior.

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