¿Por qué ahora?

La opinión pública nacional sensata no se ha molestado ni preocupado porque varios ciudadanos dominicanos, que estaban detenidos en la…

La opinión pública nacional sensata no se ha molestado ni preocupado porque varios ciudadanos dominicanos, que estaban detenidos en la (cárcel) preventiva del ensanche La Fe, fueron puestos en libertad.

Lo que sí  ha sorprendido a muchos dominicanos es que si ayer se les negó la libertad bajo fianza por qué ahora, sin que surgieran hechos nuevos que favorecieran su situación, se ordena su libertad.

Si los ciudadanos que estaban en prisión fueron merecedores de ser tomados en cuenta para ordenar su libertad ahora, ¿por qué esperar meses y meses negándoles la libertad bajo fianza si ellos la merecían desde un primer momento?

El pueblo se hace miles y miles de preguntas, en forma ingenua y de buena fe, y no llega a comprender el por qué de la posición, ahora, de los jueces, a no ser que los aires pascuales ejercieran una influencia tan irresistible que les impidiera mantener el criterio de justicia, legal, doctrinal y jurisprudencial que durante varios meses mantuvieron para rechazar la solicitud de libertad bajo fianza que los dominicanos detenidos en la preventiva del ensanche La Fe habían solicitado.

Personalmente nunca le dimos mucha importancia a la posición que habían mantenido los jueces al rechazar las solicitudes de libertad bajo fianza que les habían sido solicitadas.

Creemos que ninguna persona que tenga una idea, más o menos clara, de la realidad del país, va a cifrar todas sus esperanzas políticas en la voluntad o influencia de un hombre.

No creemos en los movimientos que dependen de la voluntad, el comportamiento o la decisión de una persona física.

Son muchos los intereses económicos, políticos y sociales que influyen en la conducta de un ser humano, y si se cifra toda la esperanza en una persona el día que ella falla, ahí mismo terminaron todas las esperanzas y se fueron al suelo las ilusiones.

Conviene destacar que si la puesta en libertad de los ciudadanos que estaban en La Fe, fue el fruto de la convicción de los jueces, que en su decisión no intervino ningún poder extraño al judicial, entonces estamos en presencia de magistrados que no son coherentes en su razonamiento jurídico, además de que no son justos.

No es ser justo mantener en prisión a una persona durante varios meses si se está consciente de que es merecedora de inmediato de una libertad provisional bajo fianza.

El pueblo dominicano, que es sumamente inteligente y tiene un sentido práctico de lo que es y debe ser la justicia, durará mucho tiempo haciéndose la pregunta de ¿por qué se esperaron siete, ocho y nueve meses para ordenar la libertad provisional de personas que habían solicitado esa misma libertad desde hace varios meses? (183)

El final del juicio

El 12 de abril de 1989 se iniciaron las audiencias públicas para conocer del expediente de Salvador y sus colaboradores.

Las pruebas que se presentan contra los imputados fueron comprometedoras en buen derecho, lo que me motivó a declararles a los medios de comunicación: “han sido más que reveladoras las pruebas que se han aportado sobre el desfalco y la prevaricación cometida por los acusados en el desempeño de sus funciones en el pasado gobierno”.

“Le aseguro al país que si hubiese sido yo el juez Severino, con los suficientes elementos de juicio que ya hay sobre el caso, me hubiera formado una opinión acabada para emitir una sentencia de 20 años contra Jorge Blanco… Hasta el momento las pruebas más contundentes que se han presentado fueron las reveladas por el general Salomón Delmonte Tavárez, presidente de la Comisión que investigó las denuncias de ventas sobrevaluadas en las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, las del abogado Marino Vinicio Castillo, principal acusador, y las del actual contralor general de la República, licenciado Antonio Guzmán Álvarez. (184)

Con el pronunciamiento anterior concluí mis opiniones con relación a Salvador y el proceso judicial en su contra, el cual concluyó con una sentencia condenatoria, en agosto de 1991.

Ante la sentencia de primer grado, Salvador interpuso recurso de apelación, y sectores perversos vinculados a él lanzaron la especie de que yo formaría en segundo grado parte del equipo de su defensa. A este respecto le remití una carta a Persio Maldonado, para esa época director de El Nuevo Diario, en la que le dije, entre otras cosas: “Le preciso a usted, señor director, que primero, no soy ni seré nunca miembro del equipo de abogados a defender al doctor Salvador Jorge Blanco y, segundo, le reitero que me ha dado pena que el periódico bajo su dirección haya sido utilizado para confundir a la opinión pública ligando mi nombre, ahora, al caso Jorge Blanco…” (185).

FINAL
La opinión de Salvador sobre su rompimiento conmigo

Salvador no tomó en cuenta para conmigo las relaciones fraternas que mantuvimos durante varios años, ni el hecho de que nunca hice críticas a su persona, aunque sí a su gestión gubernativa. Él se lanzó contra mí con saña, aunque al final tuvo que reconocer y lamentar el rompimiento con mi persona, lo que reconoció públicamente en el curso de un programa de televisión, dirigido por César Medina, en el canal 10 de Telecable Nacional, la cual fue reseñada en la prensa nacional el día jueves 23 de enero de 1997, así: “Jorge Blanco… lamentó la pérdida de la amistad con los doctores Marino Vinicio Castillo, Jottin Cury y Negro Veras”. (186)

Pura y simplemente, Salvador lamentó doce años después, su rompimiento conmigo porque se dio cuenta que yo no critiqué su gobierno alegremente, sino con fundamentos políticos.

En lo que a mí respecta puedo decir que si Salvador no me plantea la separación el 26 de diciembre de 1985, nunca nos hubiéramos separado.

Debo confesar que han transcurrido 25 años sin ver físicamente a Salvador ni intercambiar una sola palabra con él. No le guardo ningún rencor, y así se lo he hecho saber a su hijo Orlando cuantas veces hemos hablado y abordado el tema de las relaciones que existieron entre su padre y yo.

La muerte de Salvador

Cuando ya había concluido el presente trabajo y me disponía a entregarlo para fines de publicación, el día lunes 26 de diciembre del año 2010 falleció Salvador.

Precisamente, cuando se cumplían veinticinco (25) años desde el día que él me expuso su deseo de que nos separáramos de la oficina de abogados que compartíamos. A los medios de comunicación que quisieron conocer mi opinión les manifesté mi pesar por la muerte de quien había sido mi amigo durante muchos años. (187)

FUENTES:
(183) El Nacional. 27 de diciembre 1987.
(184) El Sol. 12 de mayo 1989.
(185) El Nuevo Diario. 19 de enero 1993.
(186) Última Hora. 23 de enero 1997.
(187) elCaribe y Diario Libre. 27 de diciembre del 2010.

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