Sufrir es parte de vivir

Una vez alguien dijo que deseaba volver a ser pequeño, no recuerdo si lo dijo para evadir las responsabilidades que debemos asumir los adultos,…

Una vez alguien dijo que deseaba volver a ser pequeño, no recuerdo si lo dijo para evadir las responsabilidades que debemos asumir los adultos, o si simplemente fue un decir. Lo que sí recuerdo muy bien fue la reacción de otra persona que se encontraba cerca de nosotros. Esa persona dijo que por nada en la vida devolvería el tiempo, que todo  lo que había vivido, bueno o malo, había valido la pena y había contribuido de una u otra forma en su crecimiento como ser humano. Hoy, no sé por qué o quizás sí sé por qué, recordé esa conversación y pensé que ciertamente tenía razón quien dijo que todo lo que nos pasa en la vida vale la pena, no importa que algunas cosas nos destrocen el alma y tengamos que, resignados, con paciencia y poco a poco volver a unir cada pedazo. Eso nos hace más fuertes y nos demuestra la capacidad que tenemos los seres humanos de superar las adversidades y volver a empezar.

Hace un par de días me integré a una conversación que sostenían dos amigas en la que aseguraban que en la vida no había nada peor que el sufrimiento, sin importar la causa que lo generara, nada hacía más estragos en las personas que sufrir, por la razón que fuera. Hablaban de cómo las penas, de cualquier índole, hundían en la desesperanza a las personas y que, incluso, las llevaban hasta a morir. En eso, ellas me pidieron mi opinión sobre el tema. Me sonreí un poco antes de contestar, no quería contaminar mi respuesta circunscribiéndola a lo que yo estuviera sintiendo en ese momento. Entonces pensé, más que en los efectos del sufrimiento, en las lecciones que este nos deja. Así que les respondí que ciertamente ellas tenían razón, que nada era más terrible para el individuo que el sufrimiento, que nada era más desesperante, pero también les dije, que nada nos daba mayor oportunidad de crecer y ser más fuertes, que el sufrimiento es un sentimiento, que al igual que el amor nos hace más humanos. La vida es corta y lo ideal sería que seamos felices todo el tiempo, pero esa misma vida, que es un regalo, viene acompañada de mil y una complicaciones, nos llega con una cuota predeterminada de risa y de llanto, con una ración de tristeza y otra de alegría. Esa es la vida, y con sus altas y bajas, será siempre una bendición.

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