«Sólo hago aquellas cosas que me apasionan”

Conversar con la musicóloga y pianista Catana Pérez de Cuello, dama de la música dominicana, es una experiencia que hay que vivirla para poder contarla. Su vida ha estado ligada desde hace muchos años al área docente…

“Sólo hago aquellas cosas que me apasionan”

¿En qué proyectos está involucrada actualmente? Me encuentro inmersa en una investigación para el Museo Memorial de la Resistencia Dominicana que busca documentar la música dominicana de 1916–1978.

Conversar con la musicóloga y pianista Catana Pérez de Cuello, dama de la música dominicana, es una experiencia que hay que vivirla para poder contarla. Su vida ha estado ligada desde hace muchos años al área docente y artística, donde ha cosechado muchos frutos. «Sólo hago aquellas  cosas que me apasionan; he tenido mucha suerte en este sentido», nos expresa durante el encuentro sostenido en su acogedor hogar. Esto le ha permitido impregnar de amor cada una de las actividades en las cuales se desempeña: musicóloga, educadora y pianista. El 2013 es un año muy especial para ella, y es que cumple 40 años de carrera profesional. Para celebrarlo estará realizando un ciclo audiovisual en el Centro Cultural Babeque, donde los amantes de la música de Giuseppe Verdi podrán conocer la vida y obra del más grande compositor italiano de todos los tiempos, asegura.

¿En qué proyectos está involucrada actualmente? Me encuentro inmersa en una investigación para el Museo Memorial de la Resistencia Dominicana que busca documentar la música dominicana de 1916–1978. Un trabajo apasionante, pues la investigación es un campo infinito, nunca termina. Me siento muy agradecida de Luisa De Peña, directora de esta institución, por brindarme esta oportunidad junto a Arismendy Vásquez Guareño. Además, dirijo con Freddy Ginebra el programa Ángeles de la Cultura del Despacho de la Primera Dama, donde trabajamos con niños de escasos recursos en seis disciplinas artísticas. Un programa del cual estoy totalmente enamorada.

¿Recuerda su primer encuentro con el piano? A los cuatro años mis padres me regalaron un pequeño piano de juguete, color vino. A pesar del tiempo transcurrido llegan a mi mente imágenes donde me veo sentada en el piso, tocando en casa de mis abuelos. Recuerdo que «Doce cascabeles», una canción que estaba muy de moda, fue la primera pieza que toqué. El descubrimiento de este piano y el comenzar a sacar melodías fue lo que realmente despertó esa pasión en mí. De niña viví en Moca y también recuerdo que las monjas del colegio Maria Auxiliadora no querían aceptarme en las clases de piano porque era muy pequeña, tan solo tenía 6 años. La insistencia de mis padres fue tan grande que terminaron aceptándome.

¿Cuál ha sido el mayor legado que le han dejado sus padres? Muchos recuerdos maravillosos, pero el tener siempre lo que necesitábamos para aprender (libros de música, didácticos, de lectura) es algo que valoro en gran manera. Sin embargo, algo que nunca olvidaré es cómo me acompañaban ambos en mis estudios, dándome su tiempo para tareas, conversar y comentar. Esto me enseñó como madre a tener ese sentido de responsabilidad con mi hija.

De su formación académica, ¿qué momento especial recuerda? Cuando me aceptaron en el Conservatorio de Santa Cecilia (Roma, Italia), uno de los más antiguos y prestigiosos del mundo; para mí fue una gran oportunidad. Imagínate: una persona latina, de un país tan pequeño como el nuestro, en el 1969, una época donde la globalización no existía y donde habían tan pocos dominicanos en Italia. Me sentí muy honrada de haber sido aceptada, que me dieran la oportunidad de participar en recitales, tanto internos como públicos. Me gradué con una nota de 9/10; esto fue una forma de devolverles toda su entrega a mis profesores de la Escuela Elemental y del Conservatorio Nacional de Música. Estuve por Roma tres años. Fue una experiencia maravillosa, fue como si hubiese vivido allí toda la vida. Además, durante mi estadía me casé con un hombre maravilloso, al que amaré mientras vida tenga.

Sus conocimientos han emigrado a varios libros, ¿cuáles son? Así es, son mis tres hijos. El universo de la música (1994), de apreciación, teoría e historia de la música occidental y dominicana; en dos volúmenes. Me costó 12 años de trabajo. También El merengue, música y baile de la República Dominicana (2003), el cual trabajé junto al maestro Rafael Solano. No hubo un día en el cual no trabajara arduamente en este proyecto. Y mi tercer libro, Sinfonía de ideas en 4 movimientos (2007), una selección de 64 artículos publicados en la columna Intermezzo del Listín Diario y en la sección «A modo de preludio» de la revista Teatro.

¿Qué significado tienen para usted los cursos de apreciación musical? No te imaginas lo que significan para mí. Su valor es incalculable. Siempre he dicho que son mis conciertos pedagógicos. Allí me olvido del mundo. Es como introducirnos en una burbuja mágica para un viaje por los grandes escenarios, intérpretes, orquestas, y compositores. A mí me encanta que me pregunten, me fascina compartir mis conocimientos, ver cuánto a la gente le gusta, cuántas oportunidades faltan en nuestro país para que todo el mundo tenga acceso a esto.

¿Algún plan por realizar? Dentro de mis propósitos está el grabar un CD de música de salón del siglo XIX. Espero materializar este deseo, ya que en definitiva, vivir del piano en República Dominicana es una quimera.

LOS INTERESADOS. Si eres amante de la música clásica y sobre todo de Giuseppe Verdi, te invitamos a formar parte del ciclo, que con motivo de los 200 años de su nacimiento estará ofreciendo Catana en el Centro Cultural Babeque. Está programado para los martes y jueves de 7:00 a 9:00 p.m., comenzando el martes 9 y terminando el martes 30 (son 7 sesiones). Tiene un costo de RD$700 por persona. Desde ahora puedes hacer tu reservación: [email protected] / 809-381-2673, contacto: Cecile Oquet.

 

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¿En qué proyectos está involucrada actualmente?
Me encuentro inmersa en una investigación para el Museo Memorial de la Resistencia Dominicana que busca documentar la música dominicana de 1916–1978. Un trabajo apasionante, pues la investigación es un campo infinito, nunca termina. Me siento muy agradecida de Luisa De Peña, directora de esta institución, por brindarme esta oportunidad junto a Arismendy Vásquez Guareño. Además, dirijo con Freddy Ginebra el programa Ángeles de la Cultura del Despacho de la Primera Dama, donde trabajamos con niños de escasos recursos en seis disciplinas artísticas. Un programa del cual estoy totalmente enamorada.

¿Recuerda su primer encuentro con el piano?
A los cuatro años mis padres me regalaron un pequeño piano de juguete, color vino. A pesar del tiempo transcurridos llegan a mi mente imágenes donde me veo sentada en el piso, tocando en casa de mis abuelos. Recuerdo que “Doce cascabeles”, una canción que estaba muy de moda, fue la primera pieza que toqué. El descubrimiento de este piano y el comenzar a sacar melodías fue lo que realmente despertó esa pasión en mí. De niña viví en Moca y también recuerdo que las monjas del colegio Maria Auxiliadora no querían aceptarme en las clases de piano porque era muy pequeña, tan solo tenía 6 años. La insistencia de mis padres fue tan grande que terminaron aceptándome.

¿Cuál ha sido el mayor legado que le han dejado sus padres?
Muchos recuerdos maravillosos, pero el tener siempre lo que necesitábamos para aprender (libros de música, didácticos, de lectura) es algo que valoro en gran manera. Sin embargo, algo que nunca olvidaré es cómo me acompañaban ambos en mis estudios, dándome su tiempo para tareas, conversar y comentar. Esto me enseñó como madre a tener ese sentido de responsabilidad con mi hija.

De su formación académica, ¿qué momento especial recuerda?
Cuando me aceptaron en el Conservatorio de Santa Cecilia (Roma, Italia), uno de los más antiguos y prestigiosos del mundo; para mí fue una gran oportunidad. Imagínate: una persona latina, de un país tan pequeño como el nuestro, en el 1969, una época donde la globalización no existía y donde habían tan pocos dominicanos en Italia. Me sentí muy honrada de haber sido aceptada, que me dieran la oportunidad de participar en recitales, tanto internos como públicos. Me gradué con una nota de 9/10; esto fue una forma de devolverles toda su entrega a mis profesores de la Escuela Elemental y del Conservatorio Nacional de Música. Estuve por Roma tres años. Fue una experiencia maravillosa, fue como si hubiese vivido allí toda la vida.

Sus conocimientos han emigrado a varios libros, ¿cuáles son?
Así es, son mis tres hijos. El universo de la música (1994), de apreciación, teoría e historia de la música occidental y dominicana; en dos volúmenes. Me costó 12 años de trabajo. También El merengue, música y baile de la República Dominicana (2003), el cual trabajé junto al maestro Rafael Solano. No hubo un día en el cual no trabajara arduamente en este proyecto. Y mi tercer libro, Sinfonía de ideas en 4 movimientos (2007), una selección de 64 artículos publicados en la columna Intermezzo del Listín Diario y en la sección “A modo de preludio” de la revista Teatro.

¿Qué significado tienen para usted los cursos de apreciación musical?
No te imaginas lo que significan para mí. Su valor es incalculable. Siempre he dicho que son mis conciertos pedagógicos. Allí me olvido del mundo. Es como introducirnos en una burbuja mágica para un viaje por los grandes escenarios, intérpretes, orquestas, y compositores. A mí me encanta que me pregunten, me fascina compartir mis conocimientos, ver cuánto a la gente le gusta, cuántas oportunidades faltan en nuestro país para que todo el mundo tenga acceso a esto.

¿Algún plan por realizar?
Dentro de mis propósitos está el grabar un CD de música de salón del siglo XIX. Espero materializar este deseo, ya que en definitiva, vivir del piano en República Dominicana es una quimera.

Catana Pérez de Cuello musicóloga y pianista

Conversar con esta dama de la música dominicana es una experiencia que hay que vivirla para poder contarla. Su vida ha estado ligada desde hace muchos años al área docente y artística, donde ha cosechado muchos frutos. “Sólo hago aquellas  cosas que me apasionan; he tenido mucha suerte en este sentido”, nos expresa durante el encuentro sostenido en su acogedor hogar. Esto le ha permitido impregnar de amor cada una de las actividades en las cuales se de-sempeña: musicóloga, educadora y pianista. El 2013 es un año muy especial para ella, y es que cumple 40 años de carrera profesional. Para celebrarlo estará realizando un ciclo audiovisual en el Centro Cultural Babeque, donde los amantes de la música de Giuseppe Verdi podrán conocer su vida y obra, asegura.

Inolvidable
Durante mi estadía en la ciudad de Roma me casé con un hombre maravilloso, al que amaré mientras vida tenga.”

Cuatro décadas
Este año celebro mis 40 años en la música. Algo que me llena de mucha alegría y satisfacción, y que festejaré con todos los dominicanos.”

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