Los buena-gente, aquellos señalados como “alma de Dios”, no deben, y a veces no pueden, ejercer el oficio de político, ya que no tienen la capacidad, voluntad ni cachaza para darse la dosis de hipocresía, demagogia, camaleonismo y doble cara que las circunstancias les exigen para sobrevivir en ese mundo. Y no vaya nadie a creerse que esos “alma de Dios” están en una sola organización de las que medran en nuestro sistema de partidos. ¡Nooo!, están en todos, y en la generalidad de los casos, sus avances encuentran obstáculos de todos los calibres, porque los maleados prefieren y hacen todo por detenerlos. Así como suena…
Implosión
Ayer comenté que la acción estratégica de llevar al poderoso Comité Político del PLD el documento firmado por más del 68.7 por ciento de la matrícula de senadores desactivó un carro-bomba en amenaza de explotar y que, más bien, generaría el efecto de una implosión. Y así es. Ya empiezan a salir los heridos de entre los escombros que, como implosión al fin, estaban dentro del carro-bomba aunque no se sabe que tengan la vocación de los mohayidines suicidas ni que desciendan de entre los fanáticos creyentes de Alá. En uno de los programas matinales de la televisión, el senador Julio César Valentín se fue a lo hondo tratando el tema pero no pud ocultar, aunque no lo manifestara literalmente, que acaricia la aspiración (legítima, por demás) de subir a la mesa principal de la Cámara Alta para usar el mallete como lo hizo ya antes en la Cámara Baja, es decir, ostentando la Presidencia del hemiciclo. Sin embargo, las extremidades inferiores del legislador santiagués no pudieron quedar fuera del fango durante su entrevista-comparecencia, pese a su esfuerzo, porque el subconsciente parece haberlo traicionado varias veces al calificar el respaldo de sus colegas planteado al CP como un intento de perpetuar a Reinaldo Pared Pérez al frente del Senado. No se vayan, amigos lectores, porque ahora es que eso se está poniendo bueno…
