Frente a los abundantes episodios de violación a menores, los padres, madres, tutores, están advertidos de que en lo concerniente a la integridad de los niños lo prudente es no confiarse en nadie. Ni en autoridades espirituales, educativas, tampoco familiares. Evitando generalizar y reconociendo que los que abusan sexualmente de menores son personas excepcionalmente perversas, prevenir el ultraje vendrá de no fiarnos nunca. Vigilancia adecuada junto a relaciones de confianza y diálogo fluido, son medios elementales de protección. Asentar asertividad en los chicos, de manera que sean capaces de discriminar dónde termina la autoridad de cualquier adulto sobre ellos y no sientan temor de rechazar ni contar sobre intenciones o demandas extrañas. l

El unicef ha denunciado que el crecimiento económico ha sido falsa ilusión para los menores de las zonas urbano marginales y rurales pobres. Son víctimas de nuestra profunda desigualdad, que se refleja en la más alta mortalidad infantil, vergonzante desnutrición, ausencia escolar adolescente; la proliferación del abuso, explotación sexual, trata y tráfico. Un panorama confirmado a diario por los medios informativos: Dos hermanitos calcinados en El Tamarindo, una menor muerta por dengue, otra asesinada por su “pareja” de 60 años, sólo la semana pasada; once menores violadas en un mes. Nuestros políticos, en tanto, “resuelven” las cuestiones de la niñez con juguetes en Reyes, brincos en campaña o canastillas para las adolescentes paridas.