La opinión blindada por la razón

Asumir el difícil compromiso de opinar de manera pública sobre temas sensibles y complejos en los cuales el gobierno, los empresarios, los políticos y los ciudadanos tienen opiniones disímiles, nos expone a ser medidos con las diferentes varas…

Asumir el difícil compromiso de opinar de manera pública sobre temas sensibles y complejos en los cuales el gobierno, los empresarios, los políticos y los ciudadanos tienen opiniones disímiles, nos expone a ser medidos con las diferentes varas de cada sector particular, y al tener intereses diferentes, se producen mediciones y valoraciones diferentes.

Recordemos aquella anécdota de la señora que se encontró con una amiga, y al preguntarle por su hija, le dijo, esa muchacha sí que está de lo más bien, se casó con un hombre que me la trata como a una reina, le compró casa nueva, auto de lujo y cada dos meses la lleva de viaje al extranjero; y al preguntarle por su hijo, la misma señora respondió, bueno ese sí que está jodido, porque se casó con una mujer que no aporta na’, y le hizo comprar casa nueva, auto de lujo y de ñapa quiere que la lleve a Europa cada dos meses. Esa mujer me tiene al pobre muchacho en quiebra.

En la década de los años 70 el presidente Joaquín Balaguer siempre fue acusado por sus opositores de permitir la corrupción, de ser autor intelectual de todo crimen político, de gastar todo el dinero en varilla y cemento, de tener botellas que cobraban sin merecer, y de siempre querer reelegirse en el poder.

El gobierno que sucedió a Balaguer a partir de 1996 se encargó de eliminar casi todo lo bueno que hacía Balaguer y de multiplicar casi todo lo malo que hacía Balaguer, dejando evidenciado que la corrupción mala era la de Balaguer, pero que la propia era buena; que las botellas malas eran las de Balaguer, pero que las nuevas nominillas eran buenas; y que la reelección mala era la de Balaguer, pero que la propia era un placer, es decir, que lo malo es siempre lo que hace el otro que difiere de nosotros, pero nunca lo que hacemos nosotros.

Para los seres humanos lo bueno es todo lo que nos conviene y lo malo es todo lo que nos perjudica, pero si de repente la rueda de la vida gira y nos pone del otro lado, lo que antes era malo ahora es bueno y lo que antes era bueno ahora es malo. Un político decía que cuando se es revolucionario el capitalismo es malo, pero que cuando se disfruta del capitalista lo malo es “privar de revolucionario”.

La vida nos enseña que si su opinión o su acción no responde a los intereses de un grupo de presión, usted es malo y ellos son buenos, pero si se invierten los papeles como quiera usted sigue siendo el malo y hasta se le insulta desde el Senado de la República.

El fanático no razona, no procesa, no analiza y no entiende. El fanático se obnubila con sus propósitos, por absurdos que éstos sean, y como se auto considera juez moral, para él o ella usted es bueno y serio mientras usted esté de su lado y sirva a los propósitos del circo, pero si usted está de otro lado, siempre estará dispuesto a decir que usted se ha vendido y que está descalificado. El fanático no admite que usted opine en base a la ley, el conocimiento y la razón.

En fin, en este circo de la vida no importa cuán creyente o cuán pagano sea un ciudadano, pues a los fanáticos sólo les importa que usted esté de su lado. Pero si usted decide emitir su propia opinión, blíndese con la razón, porque hay fanáticos insultadores por montón.

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