Doctor, bombero, abogado o policía, son cuatro de las respuestas más frecuentes que salen de los labios de un niño ante la pregunta sobre qué le gustaría ser cuando sea grande. No en el caso de Zoilo Almonte.El béisbol era su profesión preferida y el tiempo le ha dado razón al hoy jardinero de los Yankees de Nueva York.
“En esta casa no se podía hablar de otra cosa que no fuera de béisbol”, expresa su padre Zoilo de Jesús Almonte. “Desde los tres años ya registraba esa pasión por la pelota. La pasión de Zoilo fue siempre la pelota”, agrega.
1992 es el año que “Zoilito”, como le apodan sus padres, comenzó a inclinarse por ese deporte gracias a un partido entre las Águilas Cibaeñas y los Leones del Escogido en el estadio Quisqueya, encuentro que presenciaba en su casa, en la calle Paseo del Yuna #12, del sector Los Ríos.
“Después de ese partido, solo hablaba de béisbol. En ese momento me sentí orgulloso porque mi hijo ya comenzaba a mostrar inclinación por alguna profesión cuando fuera grande. Gracias a Dios que pudo echar hacia adelante y hoy puedo disfrutar del fruto de ese árbol que ayer sembré”, indica su padre.
El prospecto sensación de los Yankees inició sus pasos en la Liga Mercedes, ubicada en el entorno del estadio Quisqueya y más tarde en la Academia de Béisbol Los Robles, propiedad del exjugador amateur Raúl Valera (Banana), que está situada en la avenida Colombia, del sector Los Peralejos, en Santo Domingo Oeste. “Dentro de la familia no había nadie con esos dotes de jugador de béisbol. Eso salió de él y se mantuvo ahí, y gracias a Dios que pudo cumplir ese objetivo de ser pelotero y poder llegar a las Grandes Ligas”, sostiene De Jesús Almonte.
El joven patrullero, de 24 años, se convirtió el pasado 19 de junio en el jugador dominicano número 26 en debutar con los Yankees desde que lo hiciera por vez primera Pedro González el 14 de abril de 1963.
Escuela-béisbol
“Si no hay escuela, entonces no hay pelota”, recuerda María Liriano, madre de Zoilo, cuando su esposo le reprochaba en algunas ocasiones cuando este no quería ir a recibir el pan de la enseñanza.
“Eso era lo primordial en esta casa. Gracias a Dios que Zoilo pudo esforzarse en ambas cosas. Banana también le inculcaba esa idea de estudios-béisbol. En una ocasión su papá le dijo: ‘aquí lo único que tú tienes que hacer es estudiar y jugar pelota. Después no tienes que hacer más nada’”, expone su madre, en el momento en que suena el teléfono, y para su sorpresa, era su vástago quien llamaba desde Baltimore. Doña María se confiesa una madre orgullosa por ver a su hijo en el listado de los dominicanos que han debutado en las Grandes Ligas.
“De mi hijo puedo decir de todo. Es el hijo, el amigo, el hermano. Para mí es grande, muy grande. Mi hijo para mí es todo y yo soy todo para él. Es una fuerza, que la de él me da ánimo a mí y la mía a él. Nos mantenemos parados de parte y parte. Hay una comunicación que solamente Dios sabe”, expresó la madre.
Momento duro
En la familia Almonte-Liriano hubo felicidad al saber que su hijo fue firmado por los Yankees, pero pensar que más tarde tendría que separarse de ellos por alrededor de nueve meses, debido a que viajaría a los Estados Unidos, fue “muy duro”.
“No quisiera ni recordarme de ese primer momento. Banana fue la persona que se lo llevó hace unos ocho años. Eso era mucho llorar y mucho sufrimiento. La carrera de Zoilito ha sido un sufrimiento, porque nunca quise desprenderme de él. Pero si yo no me desprendía de él cómo iba a echar hacia adelante”, recuerda la madre, mientras observaba la foto en la que figura Zoilo y su hermano mayor (Carlos Manuel Recio Liriano) durante la boda de este último el tres de diciembre de 2005. Manifestó que al no tener el visado norteamericano, en ese momento, la preocupación se le hacía más grande, debido a la falta del menor de los tres hijos que procreó junto a su esposo.
“Soy de las madres que mientras no veía ese avión despegar no me iba del aeropuerto. Soy de las madres que siente que cuando su muchacho se va algo se me desprende por dentro. Lloro mucho en el aeropuerto. Siempre he llorado, aunque en este viaje no lo hice”, argumentó.
Entre compartir y su comida favorita
Cuando Zoilo está de regreso al país, su principal refugio es su casa. Allí el mayor tiempo lo pasa al lado de sus padres y sus hermanos, debido a que le espera el compromiso invernal. “Cuando Zoilo llega al país, llega flaco, hay que pararle la boca, porque él es loco con la comida que yo le preparo. Ahí no hay juego con eso. Cuando estaba pequeño, la comida preferida era el pastelón de papa, luego que fue creciendo se inclinó por el pastelón de plátanos maduros, la ensalada de coditos y los rellenos de repollo, algo que tengo que llevarle al aeropuerto cada vez que él viene de viaje”, indica Liriano. l
“Tranquilo, que somos cibaeños”
Zoilo de Jesús Almonte y su esposa María Liriano son nativos de Loma de Cabrera y Dajabón, respectivamente.
Son amantes al béisbol, en especial el invernal. Almonte simpatiza por los Leones del Escogido, mientras que Liriano por las Águilas Cibaeñas. La adrenalina sube en ellos cuando ambos equipos se enfrentan y como es normal pujan para que su equipo gane. “Gozamos mucho en la casa viendo el juego, cada quien puja para su lado, pero al final de todo, los que nos queda es la satisfacción de que vimos un buen partido”, indicó Liriano. “Mucha gente nos pregunta porqué si somos del Cibao estamos divididos. La respuesta más fácil que les puedo dar es ´tranquilo que somos cibaeños”, agrega. Señaló que una de las finales más recordada por ella y su esposo fue la de 1990, cuando el Escogido venció a las Águilas.
Formación en la Liga Los Robles
Raúl Valera (Banana) es el responsable de la formación como jugador de Zoilo Almonte. Lo integra a su liga a los nueve años (1998). La disciplina que en ese momento Almonte mostraba marcaba la línea de buen jugador que en el mañana sería. “Desde que llegó a esta liga, Zoilo presentaba una dedicación cien por ciento al béisbol. Siempre participaba en los torneos infantiles que realizábamos. Nunca estuvo fuero de uno de ellos”, expresa Valera. Indica que es a partir de los 13 años cuando Zoilo comienza a perfilarse como un jugador profesional por el desempeño que mostraba en el terreno de juego, en especial los jardines. “Él no fue como otros jugadores que iniciaron en una posición y luego fue movida a otra. Zoilo nació en los jardines”. Valera ha sido clave en la preparación, además de Almonte, de Orlando Carlitex, Daniel Corcino, Carlos Mármol, Frank de los Santos y Edinson Rincón, entre otros. “He sido el responsable de que unos 20 jugadores hoy estén en el béisbol de los Estados Unidos”, expresa Valera.
Zoilo: “Todo esto se lo debo a mis padres”
Seguir el ejemplo que sus padres, de origen humilde, le dieron, es el mejor regalo que Zoilo puede darle a ellos. Aunque se encuentra en los Estados Unidos, siempre se mantiene al tanto de ellos y qué mejor vía de comunicación que el teléfono. “Esa llamada diaria no puede quedarse. No importa donde me encuentre. Siempre converso con ellos. Para mí ellos son mi todo. Todo lo que soy se lo debo a ellos. Espero que Dios me los siga iluminando cada día más para que me sigan viendo jugar”, manifestó el patrullero de los Yankees a este reportero. Expresó que el momento más feliz en su vida será cuando sus padres puedan estar al lado de él en los Estados Unidos, trámites que iniciaron hace unos meses. “De mi padre me hace falta todo y de mi madre también, en especial su comida. Ellos son mi vida, mi todo”, expuso. Sobre su estancia con los Yankees, Zoilo no esconde su felicidad por pertenecer a una organización como esa. “Estoy contento por pertenecer a esta gran familia. Es un trato único el que recibe el pelotero cuando llega a esta organización. Espero poder estar aquí por mucho tiempo, aunque es Dios el que tiene la última palabra. Seguir trabajando fuerte es mi meta en este equipo”, señaló el joven jugador.
