“El Quijote no existe”, aunque sí en el teatro

En un ambiente a veces cálido, otras frío, se presentó El Quijote no existe en el Teatro Guloya. Pocos elementos ambientan el escenario: una mesa, un taburete..

En un ambiente a veces cálido, otras frío, se presentó El Quijote no existe en el Teatro Guloya. Pocos elementos ambientan el escenario: una mesa, un taburete..De repente, aparece un personaje: Valerio (un cajista de imprenta que lleva sobre sus hombros la publicación de El Quijote de la Mancha). Sin embargo, a medida que avanza la trama, el mismo personaje adopta nuevas formas de representación: de Cervantes, de Don Quijote, de Sancho Panza, de médico siquiatra.

Reconocer la entrada de cada uno de los personajes, es posible gracias a la magnífica actuación de Manuel Chapuseaux del Teatro Gayumba, quien ha sabido encarnar las líneas que en su momento dispusiera el argentino Jorge Díaz, logrando hasta cierto punto ciertas inflexiones en la obra que permiten cobijar en ella su propio estilo como actor.

Es de ese modo que entre pasado y presente, refleja en sus diálogos situaciones muy comunes, probablemente desde los tiempos de Cervantes, pero que se manejaban tal vez con prudencia en aquella época, y que en nuestros días se perciben como un estado normal del ser humano y aceptable por la mayoría. Así identificamos que estamos ante una época en que el talento no es tan importante como adaptarse a las políticas que ha impuesto el sistema.

A pesar de que es un monólogo, es la imaginación la que da cuerpo y vida a cada una de las interpretaciones, permitiendo así el desarrollo de un ambiente desprovisto de artilugios. De manera que El Quijote no existe, despierta el interés, dado que refiere un personaje que de inmediato asociamos a un modo de hacer literatura que ha trascendido con el tiempo, ya que Cervantes, tal vez sin proponérselo,  al pretender un género contrario a las novelas de caballería de la época, despertó de su interior una pléyade de personajes, entre ellos y el más importante, Don Quijote, maravilloso en sí mismo, capaz de enfrentar cualquier paradigma que se presentase a su vista o a la que le refiriera su compañero de andanzas Sancho Panza. Más que eso, Cervantes inauguró con esta obra el concierto literario más elevado e insuperable, por medio de un contexto que tiene lo mismo de utopía que de realidad.

Entonces, por qué la afirmación de que “el Quijote no existe”, como bien se titula la obra, si a la fecha ha sido una de las publicaciones más vendidas y de mayor traducción después de la biblia.

Sin embargo, ha sido rumor público que Don Quijote de la Mancha es y no es lo que quiso Miguel de Cervantes que fuese. Entonces, entre lo que quiso y no fue y lo que es y no se ha podido variar, nace: El Quijote no existe, con una actuación impecable del actor Manuel Chapuseaux, quien maneja muy bien el sarcasmo, la ironía… haciendo sentir cada una de las emociones que dicta la obra. Pues lo mismo hace reír que lamentar. Hace fantasear, pero también pensar. Y, al final, sólo queda expresar que el Quijote no existe en tanto no existan los sueños. Ya que en la medida en que nuestra imaginación se encuentre limitada, asimismo nuestras aspiraciones no alcanzarán cantera por medio de nuestras acciones.

El teatro Guloya continúa esta noche (y hasta el domingo) con sus propuestas, con la presentación del monólogo Locura cuerda que interpretada José Manuel Rodríguez del autor Gilberto Pinto. No se la pierdan.

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