Debilidad y vulnerabilidad del crecimiento

A estas alturas debe quedar claro que 2013 terminará siendo uno de los peores años para el crecimiento económico en casi una década.

A estas alturas debe quedar claro que 2013 terminará siendo uno de los peores años para el crecimiento económico en casi una década. Las autoridades aspiran a que sea de 3% pero eso es sólo un poco más de la mitad del crecimiento histórico de la economía dominicana, y 2014 no será mucho mejor. Aunque el gobierno proyecta un aumento del ritmo de crecimiento hasta 4.5%, el FMI lo pronostica en sólo 3.6%.

Con el poco espacio que hay para que la política fiscal contribuya al crecimiento por el enorme peso de la deuda y el subsidio eléctrico, y con un entorno adverso para invertir y producir, el escaso crecimiento económico internacional se seguirá sintiendo con fuerza en el país.

El FMI espera que 2013 termine con un crecimiento económico global de 3%, la tasa más baja en una década, con excepción de 2009. Estados Unidos apenas crecerá en 1.6%, y en la Unión Europea la actividad se contraerá. La consecuencia parcial es que América Latina crecerá en 3% porque el crecimiento de sus exportaciones de materias primas se ha mantenido bajo, como resultado de precios y volúmenes exportadores relativamente bajos.

Para 2014, se espera que la situación no cambie mucho. La economía global probablemente crezca en 3.5%, sólo medio punto porcentual por encima de este año. Se espera que Europa apenas crezca, y América Latina sólo crecerá en 3.1% gracias en parte a que China crecerá por debajo de lo esperado, lo que hará que las exportaciones de materias primas crezcan poco.

El punto más luminoso será Estados Unidos que crecerá en 2.6%, aunque los tranques políticos alrededor de los problemas fiscales continúan siendo una amenaza para la recuperación. Dada la elevada concentración de nuestro comercio con ese país, esa expectativa es un aliciente aunque el crecimiento será lo suficientemente bajo como para que no debamos esperar aumentos sustantivos de las exportaciones, del turismo o de las remesas.

En un contexto como ese, los espacios de maniobra son muy reducidos. Como se indicó antes, el gasto público no tiene capacidad para impulsar la demanda.
Pero además, la posición externa, es decir, la disponibilidad de divisas o la capacidad para generarlas, tampoco es cómoda como para procurar altos niveles de crecimiento. Cabe recordar que sin divisas no es posible crecer de manera significativa y sostenida.

Encima de eso, la capacidad para seguir endeudándose se va reduciendo dramáticamente. Los compradores de bonos dominicanos lo van percibiendo y aunque la demanda por ellos sigue siendo alta, la tasa de interés de éstos ha subido en más de 72 puntos básicos en los últimos seis meses. Probablemente 2014 sea el último año que veamos con un aumento de deuda tan significativo a un costo todavía manejable.

Por último, la inversión extranjera va en declive y tampoco parece que será motor del crecimiento en el futuro inmediato. En 2013 puede que termine siendo menos de la mitad que en 2012, y un 70% del nivel de 2011.

Todo lo anterior no sólo coloca a la economía dominicana en una posición muy precaria para crecer con robustez sino también en una situación de mucha vulnerabilidad porque con tal estrechez, cualquier movimiento adverso induciría a una reducción aún mayor del nivel de actividad. 

Hay al menos dos cuestiones que merecen observación permanente. Primero, las condiciones financieras mundiales, en especial en EE.UU. Si los rendimientos de los bonos del Tesoro de ese país siguen subiendo, los capitales emigrarán, lo que tentará al Banco Central, en su obstinada defensa del tipo de cambio, a subir de nuevo las tasas de interés, hundiendo aún más la economía. En ese caso, lo aconsejable es permitir una devaluación mayor a la esperada para no matar el poco crecimiento que haya con subidas de intereses. Segundo, la política comercial haitiana. Si ésta se deja provocar y actúa en base a los mismos prejuicios tan extendidos entre nosotros, las consecuencias pueden ser muy severas para las exportaciones y para el sector manufacturero. Por ello, urge evitar el deterioro de la maltrecha confianza.

En esta coyuntura es imprescindible defender cada “pulgada” de crecimiento. Sin embargo, si no se enfrentan los factores profundos del declive, en especial la baja productividad, la condena a un crecimiento bajo a largo plazo es segura.

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