Llorar y continuar

En las luchas diarias a las lágrimas hay que reconocerles su espacio, sin exageraciones. Mi madre decía que si llorando fuera a resolver sus problemas se “rajaría a dar gritos desde que amaneciera”.  Antes que lamentarse, se aferraba a sus…

En las luchas diarias a las lágrimas hay que reconocerles su espacio, sin exageraciones. Mi madre decía que si llorando fuera a resolver sus problemas se “rajaría a dar gritos desde que amaneciera”.  Antes que lamentarse, se aferraba a sus oraciones y plegarias, en pro de la fortaleza espiritual necesaria para combatir. Estaba en la vía correcta. Si no tuviéramos en la vida motivos para lágrimas, no tuviéramos vida en realidad; el dolor es intrínseco a ésta. Pero de nada sirve insistir en quejas y penas. Corresponde llorar y seguir adelante con esperanza, valor y fe. Valorar las propias posibilidades. Junto a nuestros aliados, agradecer a Dios nuestras capacidades. Celebrar la vida y nuestros esfuerzos.

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