Al grupo del presidente Hipólito Mejía no le quedan muchas opciones ante el derrotero que están tomando las cosas en el PRD, después que la Comisión Política aprobara el calendario de actividades de la próxima convención perredeísta y designara la Comisión Organizadora del evento partidario, encabezada ¡nada más y nada menos! que por Julio Maríñez, a quien –como ya hemos escrito antes- le dicen Cónan El Bárbaro, por aquello de su inflexibilidad en la búsqueda del cumplimiento de las disposiciones disciplinarias en el partido blanco, en una especie de teoría basada en la premisa de ¡caiga quien caiga!, lo que algunos entienden era necesario para devolver la institucionalidad al PRD mientras otros la consideran excesiva y truculenta. Ahora bien, dicen en el populacho que “después del palo dao’…”
Derecho al pataleo
Por más que brinquen y salten, todas las objeciones de los seguidores del presidente Mejía a las normativas hacia la próxima convención perredeísta, tal como lo han establecido los mecanismos institucionales del partido, no pasarán de ser un ejercicio clásico del derecho al pataleo. Los estrategas de ese grupo han fallado una y otra vez en descifrar las señales de los que están con Miguel Vargas Maldonado y, en consecuencia, la comisión de errores ha ido en sucesión, tal efecto dominó. Por su tozudez en acatar los lineamientos de la institucionalidad han sido perdidosos en casi todas las instancias litigantes que han llegado a las altas cortes, han perdido espacios en las estructuras dirigenciales institucionales, no en las mediáticas, y han visto caer sus propósitos, como castillo de naipes, planteados fallidamente con bravuconadas y altanería prepotentes que no dejan de graficarlos como adictos al desorden, la truculencia, la indisciplina y la tesis de Jalisco: Que si pierde, arrebata. Repito, una vez más: Hace mucho, pero muuucho tiempo, que esas prácticas dejaron de rendir frutos y efectos. ¡Aterricen, aterricen…!
