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Para muchos Kim Kardashian siempre ha sido sinónimo de buen gusto, sin embargo para otros (incluyendome), Kim solía ser el epítome de la mujer vulgar. La típica seductora que entiende que es preciso dejar todo al aire o aliarse del look longaniza para ser vista. Increíblemente el embarazo y su nueva relación le han hecho evolucionar poco a poco ante las cámaras que relatan su día a día. 

No es que Kim ha cambiado de la noche a la mañana, aún usa maquillaje todo el tiempo y hasta el momento no la hemos visto en flats. Pero la «nueva» Kim ha dejado a un lado los vestidos que cortan la circulación, se ha aliado a las faldas tipo lápiz que terminan debajo de la rodilla, los oversized jackets y aparentemente ha hecho las pases con las extensiones de pelo.

Nos agrada la nueva Kim. Por la paleta de colores que ha hecho suya en los últimos meses, hasta la tomaríamos como inspiración para crear un look de primavera. Los tonos pasteles y crudos, la melena un tanto al descuido y los accesorios icónicos, son pilares de su nuevo estilo.

La más famosa de las Kardashians ha escapado de los estampados, jugando con texturas y volúmenes en áreas que le favorecen a su nuevo cuerpo post-embarazo. Aunque no nos encanta la frase de que «las rubias se divierten más», el efecto oxigenado en esta Kardashian ha resultado en madurez de estilo y mejoría al cuadrado.