Es hora de que los Tigres ejecuten o se despidan hasta octubre.

Para los que llevan anotaciones, sus rivales son los Leones del Escogido, dos veces campeones en forma seguida, un terreno al que se llega con muchas cualidades y no por obra de concesiones divinas como la mediocridad muchas veces induce a pensar.

Los escarlatas merecen crédito. Estaban debajo 0-3, a una pulgada de los estertores de la muerte y resulta que han recobrado vida.

Esta tarde salen en busca del empate con todos los bríos posibles. Mientras se descubre si serán inmortales por tercera campaña consecutiva, hacen honor a su lema de “Duros de Matar”.

Son los monarcas y lo ejercen. Que nadie se llame a engaño.

Los azules arrancaron con tremendo impulso y se encuentran en buena posición. Pero deben terminar lo que empezaron.

Eso se logra con el máximo empeño y dedicación en cada batazo y swing. No importa que sea en el primer episodio. El que ha visto pelota sabe que el juego se pierde en cualquier entrada.

Licey tiene su historia, rica en momentos que han marcado épocas. Quienes han redactado esas páginas doradas han ejecutado en el presente para luego en el futuro ser referentes de un  pasado glorioso.

José Offerman, el actual dirigente del club; Manny Ramírez, uno de los coaches, D´Angelo Jiménez, Erick Aybar y Emilio Bonifacio, entre otros, son pruebas vivas de cómo se gana en ese uniforme.

En los deportes, hay que levantar el trofeo. Estoy seguro que Carl Yastrzemski cambia algunos de sus imparables por uno de los anillos que tiene David Ortiz. Me atrevo a apostar que Carlton Fisk se le une en esa petición.

Nadie pregunta cuánto bateó Juan Francisco en el Round Robin. Pero todos se recuerdan de su cuadrangular en San Francisco de Macorís que llevó a los Tigres a la final. Ese palo adquirió categoría de perenne.

Me llega a la mente el año de 1997-98,  luego de la final en Santiago de los Caballeros que las Águilas vencieron al Licey, en un sombrío camerino azul el gran Ronnie Belliard fue de los pocos en hablar con los medios.

“Perdimos, pero jugando como los hombres. Y en la próxima temporada volvemos a jugar como los hombres”, dijo el exjugador del cuadro de los Tigres. La siguiente temporada fue la de 1998-99, célebre por la corona del Licey en nueve partidos ante el Escogido, donde Belliard hizo de las suyas, como en muchas otras ocasiones.

La serie está en control del Licey. Las fieras rojas vienen con impulso. O las detienen y hacen historia o todo el mundo sabe que la historia se redactará con letras escarlatas.

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