Visiones sobre el Caribe: Ricardo Alegría el padre de la puertorriqueñidad

El plumaje del múcaro,Por Ricardo AlegríaHace ya mucho tiempo los animales celebraban bailes y fiestas donde se divertían mucho.En una ocasión los pájaros decidieron hacer un gran baile.Para…

El plumaje del múcaro,
Por Ricardo Alegría

Hace ya mucho tiempo los animales
celebraban bailes y fiestas donde se
divertían mucho.
En una ocasión los pájaros decidieron
hacer un gran baile.
Para ello le pidieron al guaraguao que
fuera casa por casa para invitar a todos los pájaros para el baile.
Cuando el guaraguao llegó a casa del
múcaro éste estaba desnudo, y le dijo al guaraguao que no podía ir al baile porque no tenía traje que ponerse.

El guaraguao contó a los demás pájaros lo que había dicho el múcaro y todos
decidieron prestar una pluma para que con todas ellas el múcaro se hiciera un traje para el baile.

El guaraguao recogió las plumas y se las llevó al múcaro para que se hiciese el
traje con la condición de que al terminar el baile las devolviera a sus dueños.
Pero el múcaro que era muy vanidoso y como se sentía muy lindo con su traje de plumas de distintos colores, casi no gozó en la fiesta pensando que al finalizar el baile tendría que devolver las plumas y otra vez se quedaría desnudo.

Decidido a no perder su traje, el múcaro se fue de la fiesta cuando nadie lo estaba mirando y se escondió en el bosque.

Todavía los otros pájaros lo andan
buscando para que devuelva las plumas.

Es por eso que el múcaro no sale de día sino de noche, cuando los demás pájaros están durmiendo.

En el artículo de la semana pasada hablé sobre el libro Historia de Nuestros Taínos del gran intelectual Ricardo Alegría. Inquieta por una conclusión a la que llegué, y reconociéndome una desconocedora de la obra de este hombre que marcó un hito en la historia de la hermana isla del Caribe, le pregunté a la profesora Carmen Cañete Quezada , especialista en literatura caribeña del mundo hispano, si mi percepción sobre la tendencia a la defensa de lo hispánico en la obra de Alegría era correcta. Me explicó que esa opción fue una respuesta política a la situación de Puerto Rico, después de los acontecimientos de 1898, y el cambio de ser colonia española a colonia norteamericana.

Entonces decidí buscar explicaciones a mis inquietudes. Revisé mis notas sobre ese trozo tan importante de la historia de este pueblo hermano. La cesión de España a los Estados Unidos se formalizó mediante el Tratado de París firmado en 1898. Este acuerdo es considerado como el punto final del conflicto, y el inicio del conflicto identitario de la isla de Borinquen. Atrás, muy atrás habían quedado los sueños libertarios de Betances y Hostos. Ahora la realidad era otra, muy distinta y, sobre todo, muy impuesta.

Las negociaciones entre los imperios de España y los Estados Unidos duraron más de un mes. España tenía mucho que perder. Se había debilitado como imperio, pues había perdido prácticamente todas sus colonias en América y el Caribe. Durante ese larguísimo mes las negociaciones giraron en torno a Cuba, no Puerto Rico. Después de un largo proceso de discusión, Estados Unidos impuso que España entregaría a Puerto Rico y a Guam a los Estados Unidos. Se empezó a trabajar en la redacción del tratado. Fue finalmente firmado el 10 de diciembre de ese trascendental año de 1898.

Esta paradoja existencial trajo como consecuencia que intelectuales como Don Ricardo Alegría que decidieron buscar en la memoria histórica las bases de la identidad de una isla que por acuerdos inter imperiales, dejó de ser, por obra y gracia de dos firmas, colonia española, para convertirse en parte de un imperio naciente que hablaba otra lengua. Las preguntas se agolpaban en los corazones de los habitantes: ¿En qué se convertían ellos después de la firma de ese tratado que había implicado una ruptura con su historia?

El camino era largo, pero seguro. Los padres de la puertorriqueñidad escarbaron en lo más profundo de su historia para identificar al ser puertorriqueño. Ricardo Alegría, gracias a sus estudios antropológicos, buscó las raíces que crearon esa pequeña comunidad caribeña. Profundizó en el estudio de los primeros habitantes, los taínos, después llegó hasta la influencia africana. Su persistencia trajo sus frutos. La identidad se mantenía, no importaba quien fuera el imperio de turno que impusiera su legalidad y posesión. Como dice Julia Cristina Ortiz Lugo [i]

Comenzaré por señalar que, a mi modo de ver, la figura de Ricardo Alegría, en relación al folclor puertorriqueño puede asociarse con dos actividades mayormente. Desde la silla del ICP [ii] estimuló, propició y allanó el camino para que se formaran y se fortalecieran ciertas iniciativas que alertaron y educaron a nuestros compatriotas sobre la presencia y dignidad de las manifestaciones folclóricas. Como investigador, describió y estudió celebraciones creativas tales como la Fiesta de Santiago Apóstol, el baquiné, las Fiestas de Cruz y las Fiestas de la Calle San Sebastián. También recolectó y compiló todas las celebraciones creativas tales como la Fiesta de Santiago Apóstol, el baquiné, las Fiestas de Cruz y las Fiestas de la Calle san Sebastián…

Como bien dice la señora Ortiz Lugo, Don Ricardo se ocupó de estudiar las raíces africanas en la cultura de su amado Puerto Rico. Y como afirman muchos de los estudiosos de las obras de este singular académico puertorriqueño, estos textos, publicados en revistas y periódicos tienen “la bondad de mencionar en voz alta la cultura afropuertorriqueña y de incluirla dentro del radio de atención de la investigación de la cultura puertorriqueña”. [iii]

Su intensa labor no se redujo al ámbito estrictamente académico, sino como activista cultural. Gracias a su labor pionera fue el promotor de museos, parques temáticos por toda la isla y centros de estudio. Por ese empeño, que solo terminó con su desaparición física, Don Ricardo Alegría fue reconocido por su pueblo. A lo largo de su vida recibió muchos títulos: “Héroe cultural puertorriqueño”, “Forjador de nuestra identidad”, “Quijote de la puertorriqueñidad”, “Arqueólogo de la cultura nacional”, solo para mencionar algunos. Su obra es, sin duda alguna, un referente obligado en los estudios antropológicos, culturales y folclóricos de Puerto Rico.

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