Negocios en templo encolerizan a Jesús

Tras su entrada triunfal el Domingo de Ramos a la ciudad de Jerusalén como el Mesías, Jesús no pudo contener las lágrimas al ver el estado de corrupción en que ésta había caído, sobre todo cómo los mismos sacerdotes negociaban con las necesidades

Tras su entrada triunfal el Domingo de Ramos a la ciudad de Jerusalén como el Mesías, Jesús no pudo contener las lágrimas al ver el estado de corrupción en que ésta había caído, sobre todo cómo los mismos sacerdotes negociaban con las necesidades de la gente. Lo visto por Jesús el domingo lo indignó profundamente. El lunes, Jesús tuvo un día agitado. Según las escrituras, llegó temprano al templo, donde observa que los comerciantes avariciosos habían transformado el templo de Dios en “una cueva de salteadores” (Mateo 21:12, 13).

Alfred Edersheim, en su libro “La vida y los tiempos de Jesús el Mesías” dice que al hijo de Dios le sobraban razones para pensar así. Señala que existen pruebas suficientes de que el sumo sacerdote Anás y su familia mantenían una relación de negocios con los comerciantes y cambistas del templo. Cita, incluso, escritos rabínicos que hablan de “los bazares de los hijos de Anás”.

El acto de Jesús de desalojar a los comerciantes fue no sólo dirigido contra el prestigio de los sacerdotes, sino también contra sus bolsillos. Jesús pudo comprobar que los comerciantes, cambistas y tratantes tenían un negocio floreciente. En el caso de los cambistas, a los que llamó salteadores, se debió a que sus comisiones eran tan cuantiosas que en la práctica estaban robando a los pobres.

Era tal el abuso y el agiotismo, que muchos aldeanos no podían llevar sus propios animales para sacrificio, y los que lo hacían tenían que presentarlos ante un inspector en el templo para que los examinara, pagando una alta cantidad de dinares (dinero). Para no arriesgarse a que se rechazara el animal tras haberlo acarreado desde lejos, muchos compraban a los comerciantes corruptos del templo uno ya  “aprobado”.

Enfurecido, Jesús echó del templo a los comerciantes, y de acuerdo a Mateo les dijo: “Mi casa será llamada casa de oración, pero ustedes la hacen cueva de salteadores”. Según el evangelio de Lucas, los principales sacerdotes montaron en cólera, mientras los hombres más prominentes miembros del Sanedrín no soportaban las acciones del maestro, por lo que asumieron que había que deshacerse de él lo antes posible.

Sin embargo, si no lo hicieron en ese momento se debió a que la muchedumbre estaba atenta ante las acciones y enseñanzas de Jesús y seguían colgándose de él para oírle. Al respecto, en Lucas 19:45-48 se lee:  “45. Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él, diciéndoles: 46. ´Escrito está: Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones´. 47. Y enseñaba cada día en el templo; pero los principales sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo procuraban matarle. 48. Y no hallaban nada que pudieran hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole”. Al salir del templo, dirigiéndose a una higuera la maldice, señalando que quien no da fruto de buenas obras merecen el castigo divino.

Jesús duerme en casa de Lázaro

En horas de la noche se trasladó a Betania para visitar a Lázaro y a sus hijas, donde dormiría ese lunes. Mientras Marta servía la cena, María tomó perfume de nardo y le ungió a Jesús los pies y enjugó su cabellera.

La gente se dirigió al lugar para ver al maestro y a Lázaro, a quien había revivido, lo que enfureció a los sumos sacerdotes, que también decidieron matar también a Lázaro, porque a causa del milagro muchos judíos seguían al maestro.

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