Las áreas verdes urbanas

Los planificadores, urbanistas, ambientalistas y entendidos en ordenamiento territorial, estamos todos de acuerdo en que el desarrollo urbano debe reservar entre un 8% y un 10% para áreas verdes capaces de producir más oxígeno purificador del aire&#823

Los planificadores, urbanistas, ambientalistas y entendidos en ordenamiento territorial, estamos todos de acuerdo en que el desarrollo urbano debe reservar entre un 8% y un 10% para áreas verdes capaces de producir más oxígeno purificador del aire que respiramos, capaces de recoger parte importante del dióxido de carbono resultante de nuestra respiración y del proceso de combustión de los derivados del petróleo, y capaces de reducir significativamente las altas temperaturas urbanas que se producen por la interacción entre la radiación solar y los hormigones que sustituyeron a los bosques que talamos para dar paso al urbanismo.

Son muchos los ciudadanos que diariamente se ejercitan en las frescas áreas verdes urbanas, principalmente en el parque Mirador del Sur, en el parque Mirador del Este, en el parque Mirador del Norte, en el Jardín Botánico Nacional, etc., requiriéndose áreas verdes adicionales que se correspondan con el crecimiento urbano de la ciudad de Santo Domingo, pero donde lamentablemente algunas autoridades municipales se empeñan en destruir las escasas áreas verdes y sustituirlas por estructuras de hormigón.

Hace pocos días, el distinguido y prestigioso artista dominicano, Manuel Tejada, nos comentaba la preocupación de los comunitarios del sector vecino al Conservatorio Nacional de Música, quienes no están de acuerdo con que se levanten nuevas edificaciones en el área verde de Las Cuevas de Santa Ana, en el antiguo parque Zoológico Nacional, una zona que por su carsticidad particular, expresada a través de las grandes cavernas que allí existen desde hace cientos de miles de años, y por su céntrica ubicación, debía estar reservada exclusivamente como área verde para esparcimiento, recreación y oxigenación de un amplio sector de la ciudad de Santo Domingo.

Allí se excava para construir un anfiteatro que bien pudiera ser construido en otro lugar cercano, pero como las áreas verdes son públicas, los servidores públicos se adueñan de ellas y las llenan de hormigón “caliente”, en una clara violación al porcentaje de frescas áreas verdes que debemos tener en todos los sectores urbanos, pagando los ciudadanos el alto precio de los grandes errores de quienes no entienden de urbanismo, no entienden de planificación y no entienden cuáles son sus funciones en la administración pública.

Nicolás de Ovando, planificador de la ciudad colonial de Santo Domingo de Guzmán, entendía mucho mejor lo que es el planeamiento urbano y la función de las áreas de esparcimiento y recreación para todos los ciudadanos, en comparación con las autoridades de hoy día, pues antes, para usted dirigir debía entender mejor que nadie sus funciones, pero hoy ocurre todo lo contrario, porque basta con que usted sea del “partido”, aunque usted sea el menos entendido en el tema referido.

Un alcalde bien entendido en planificación, ecología y urbanismo priorizaría la reforestación y la conservación del bosque de ese parque urbano, para que los ciudadanos puedan disfrutarlo desde el amanecer hasta el atardecer, sin embargo, lo que allí se hace es todo lo contrario de lo que debe ser, pues se desmontan los árboles para sustituirlos por estructuras de hormigón, contribuyendo al aumento de las temperaturas locales, tanto en el Conservatorio Nacional de Música, como en las vecindades, y aumentan las cargas sobre una zona cavernosa.

El Ministerio de Medio Ambiente, como guardián de la correcta aplicación de la Ley Ambiental 64-00, debe intervenir y detener este atropello a esta área verde propiedad de todos los dominicanos, comenzando con la no aprobación de la licencia ambiental, y continuando con las debidas sanciones administrativas por el desmonte de árboles que son parte del patrimonio ambiental de las áreas verdes urbanas.

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