Más carnaval…

Muchos se preguntarán posiblemente a qué se debe que en los últimos días hemos estado publicando sobre la muestra “Carnaval Caribeño”, la respuesta es clara: aparte de que es una muy buena muestra, en la que se registran imágenes de gran…

Muchos se preguntarán posiblemente a qué se debe que en los últimos días hemos estado publicando sobre la muestra “Carnaval Caribeño”, la respuesta es clara: aparte de que es una muy buena muestra, en la que se registran imágenes de gran valor tanto cultural como estético, pasa a ser una exhibición muy bien curada.

En todo ello, hay que reconocer el aporte tanto de Mariano Hernández como de Mario Picayo, pues han tenido a su cargo no sólo la responsabilidad de cada imagen en la muestra, sino que además se han sumado a las labores de montaje.

Evidentemente, vale decir, sin justificación, que nuestro espacio para cada publicación es limitado y, ante una muestra tan significativa, entendimos necesario realizar varias entregas.

La experiencia tanto de Mariano como de Mario ha permitido revelar una sinergia única e inspiradora, en la que cada uno ha puesto de manifiesto la pasión con la que hacen su trabajo artístico. Basta ver el mural de imágenes que han creado, pieza que podría asumirse como el eje de la propuesta, en la que los rostros de sus personajes exaltan la mirada.

Estos denominados “cazadores de carnaval”, se han encargado de seguir y registrar el carnaval del inmenso Caribe, destacando cada vez más el colorido, las tradiciones y los personajes de esta fiesta que sin duda rinde homenaje a los anales de nuestra historia, fundamentalmente a lo relativo a la parte sincrética, puesto que tanto en una isla como en otra del espacio caribeño, la mezcla, la simbiosis han sido elementos muy comunes y que en esta muestra se aprecian a modo de síntesis.

En la propuesta se muestran rostros conocidos y otros no tanto, pero que de una manera u otra detienen al espectador, para centrarnos en los detalles, mientras que otras veces, nos asaltan los primeros planos. El color es la magia que mueve cada una de las escenas, pero hay algo más que diferencia estas imágenes de las de otros artistas: la psicología de cada personaje transmutada a través del lente tanto de Mariano Hernández como de Mario Picayo.

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