Papa aprueba milagro de Pablo VI

CIUDAD DEL VATICANO— El papa Francisco aprobó un milagro atribuido a la intercesión del difunto pontífice Pablo VI y programó su beatificación para el 19 de octubre, informó el Vaticano el sábado.

CIUDAD DEL VATICANO— El papa Francisco aprobó un milagro atribuido a la intercesión del difunto pontífice Pablo VI y programó su beatificación para el 19 de octubre, informó el Vaticano el sábado.

Francisco dio el viernes la autorización necesaria para la beatificación, el paso previo para una posible canonización, agregó el Vaticano.

El mes pasado, Francisco proclamó como santos a otros dos de sus predecesores: Juan XXIII y Juan Pablo II.

Pablo VI, quien fungió como sumo pontífice de 1963 a 1978, ayudó a mejorar la relación de los católicos con otros cristianos. Su papado también es recordado por su decisión de prohibir a los católicos el uso de anticonceptivos, en una encíclica de 1968 titulada «Humanae Vitae» (De la vida humana).

Esa doctrina fue desatendida en gran medida. El tema es uno de muchos que se presume serán estudiados en una sesión especial de obispos programada para fines de año en el Vaticano en la que se discutirá la vida familiar. La ceremonia de beatificación se efectuaría al final de esa reunión.

Para la beatificación se requiere de un milagro. Como es su costumbre, el Vaticano no dio detalles sobre el milagro, el cual, de acuerdo con los criterios de la Santa Sede, no debe tener explicación médica.

La prensa italiana ha reportado que el milagro fue de un bebé que nació sano en California a pesar de que en 2001 se le diagnosticó un desgarre en la vejiga fetal y ausencia de líquido amniótico. La madre supuestamente no hizo caso a los consejos de abortar y oró por la intercesión de Pablo VI por exhorto de una monja. El niño nació con un mes de adelanto y ahora es un adolescente sano, de acuerdo con los reportes de prensa.

La encíclica de 1968 también reforzó la prohibición de la Iglesia al aborto.

Pablo VI desechó mucha de la parafernalia del papado, mostrando el mismo desdén que hoy manifiesta Francisco por la suntuosidad en el Vaticano.

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