La cara femenina de la bachata

Es larga la lista de figuras masculinas que han logrado altos reconocimientos nacionales e internacionales y que hoy amasan, muchos de ellos, una fortuna económica sobre la base de su carrera como bachatero. No obstante, este género abraza en su…

La cara femenina de la bachata

Es larga la lista de figuras masculinas que han logrado altos reconocimientos nacionales e internacionales y que hoy amasan, muchos de ellos, una fortuna económica sobre la base de su carrera como bachatero. No obstante,…

Es larga la lista de figuras masculinas que han logrado altos reconocimientos nacionales e internacionales y que hoy amasan, muchos de ellos, una fortuna económica sobre la base de su carrera como bachatero. No obstante, este género abraza en su historia pocas figuras femeninas que han desafiado patrones para alzar su voz en la industria musical dominicana.

“Regularmente, sobre todo en esta carrera del arte, hay limitaciones y más para las mujeres, porque es una sociedad donde lamentablemente impera el machismo”, expresa la leyenda de la bachata José Manuel Calderón, considerado como el primer cantante en grabar “música de amargue”.

La idea es compartida por el reconocido sociólogo, publicista y promotor musical Cholo Brenes. Y va más lejos: “La mujer no ha tenido sintonía con el público, no sólo en bachata, también en otros géneros musicales. La música criolla en términos generales no ha avanzado para nada. Además, faltan productores y empresarios artísticos”, dijo en una ocasión a elCaribe.

Con excepción de la fallecida cantante Sonia Silvestre (1952-2014), quien en los años 90 logró éxito con la denominada tecno -bachata (“Yo quiero andar”, “Mi wachiman”…), una intensa propuesta que la unió a Luis Díaz en la década de 1990, la mayoría de las intérpretes anteriores o posteriores no han alcanzado igual o mayor luz en el ritmo de amargue.

Antes, a Mélida Rodríguez le tocó no solo “ponerse los pantalones” frente al éxito de figuras como José Manuel Calderón, Luis Segura y Marino Pérez cuando apenas su carrera iniciaba en los años setenta, sino también levantarse ante una sociedad que condenaba esta expresión musical. Durante su corta carrera (hasta su muerte el 14 de noviembre de 1975), esta compositora y cantante, considerada como dueña de una voz poderosa, que estampó para la historia en piezas como “La sufrida”, de su autoría, “sintetiza en una respuesta desafiante la furia femenina por la doble moral sexual” (Carlos Velázquez y Alejandro Ureña, “De Santo Domingo al mundo. El merengue y la bachata”, Nueva York, 2004). Sería esta misma pieza la que le valdría para que el público la apodara como Mélida “La Sufrida”.

La gran mayoría de los críticos entiende que la bachata es “cosa de hombre”, por el contenido de sus letras de amor, desamor “rompe venas”. Es un punto luminoso que le da razones a Velázquez y Ureña cuando sostienen que “en su impulso de transgresión, (Mélida) asume roles masculinos, como puede verse en sus composiciones ‘Esta noche me quiero emborrachar’ y ‘La transnochadora’”.

Otra de las notables figuras que dejó un cancionero inolvidable fue Aridia Ventura, a partir de su primeras grabaciones en 1975, a la edad de 26 años. “La Campeona”, “La Tremendísima” o “La Dura” como era conocida también en la industria, nacida en Jacagua, Santiago (1949), fortaleció su propuesta desde que Radhamés Arazenas, propietario de “la poderosa” Radio Guarachita la unió a su sello disquero Zuni Récords. “Déjame en paz”, “La sombra negra”, “Mujer de alma pura”, “Vengo con el garrote”, “Ese hombre es mío”, “La mujer abandonada”, “No sufro por nadie”, Tú volverás”, “Ni una huella dejaste”, “En la misma tumba”, “Solo tú”, “Imposible dejar de quererte”, “Tú no eres varón”, “No me digas nunca adiós”, forman parte de su repertorio que expresan, en gran medida, la ira de las mujeres en situaciones de infidelidad. En las filas de la bachata, otras voces de antaño fueron Carmen Francisco (“Dueña de mi vida” y “Te adoraría más y más”), Alida Liranzo (“La chiquitita del Norte”), Leonida Alejo y Carmen Lidia Cedeño.

A partir del 2000, frente a una industria que impone más retos no solo a la mujer, sino en sentido general, con la caída en las ventas de álbumes, la piratería, el poco fichaje de las disqueras y el cambio de mercadeo que llegó con la Internet, han debutado varias intérpretes de bachata, algunas se mantuvieron en el mercado por breve tiempo, otras pocas luchan contra viento y marea, como Alexandra, del desaparecido dúo Monchy & Alexandra, y ahora con más notoriedad Leslie Grace. Por la misma web navegan “nuevas caras”: Layla Angulo, Rossy D, Ámbar, Dzerej y Yasmina.

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Es larga la lista de figuras masculinas que han logrado altos reconocimientos nacionales e internacionales y que hoy amasan, muchos de ellos, una fortuna económica sobre la base de su carrera como bachatero. No obstante, este género abraza en su historia pocas figuras femeninas que han desafiado patrones para alzar su voz en la industria musical dominicana.

“Regularmente, sobre todo en esta carrera del arte, hay limitaciones y más para las mujeres, porque es una sociedad donde lamentablemente impera el machismo”, expresa la leyenda de la bachata José Manuel Calderón, considerado como el primer cantante en grabar “música de amargue”.

La idea es compartida por el reconocido sociólogo, publicista y promotor musical Cholo Brenes. Y va más lejos: “La mujer no ha tenido sintonía con el público, no sólo en bachata, también en otros géneros musicales. La música criolla en términos generales no ha avanzado para nada. Además, faltan productores y empresarios artísticos”, dijo en una ocasión a elCaribe.

Con excepción de la fallecida cantante Sonia Silvestre (1952-2014), quien en los años 90 logró éxito con la denominada tecno -bachata (“Yo quiero andar”, “Mi wachiman”…), una intensa propuesta que la unió a Luis Díaz en la década de 1990, la mayoría de las intérpretes anteriores o posteriores no han alcanzado igual o mayor luz en el ritmo de amargue. 

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