“Miguel fue una bendición en mi vida”

Compartir la vida por más de 40 años con Miguel Cocco, fue para Minerva, más que la típica convivencia de dos esposos. Para ella, Miguel fue un amigo, un maestro, pero por sobre todas las cosas, fue el amor de su vida. “Lo amé profundamente,…

Compartir la vida por más de 40 años con Miguel Cocco, fue para Minerva, más que la típica convivencia de dos esposos. Para ella, Miguel fue un amigo, un maestro, pero por sobre todas las cosas, fue el amor de su vida. “Lo amé profundamente, aún lo amo”. No basta que lo diga, escucharla hablar de él, recorrer junto a ella, cada espacio de las instalaciones de la editora Alfa y Omega, la cual fundaron juntos por allá por el año 1978 y que hoy, cuatro años después de la muerte, ha convertido en un museo, donde guarda, las que durante su vida fueran sus posesiones más preciadas, basta más que mil palabras, dice más que cientos de frases de amor. No es difícil para Minerva, regresar a sus 15 años y volverse a ver frente a la casa donde su amor la vio por primera vez. Sus ojos se iluminan, sonríe y sus mejillas cambian de color.

“Recuerdo el día que vino a mi casa por primera vez. Era muy blanco y su cara estaba llena de pecas. Era muy tímido”. Así comienza la conversación, y en la medida en que surgen diferentes temas, descubrimos a una gran mujer, de esas que nacieron para estar al lado de un gran hombre. Una mujer que no se deja vencer por la tristeza y que ha elegido seguir adelante. 

1. De Villa Rivas
Nací en Villa Rivas, soy hija de Francisco González Báez, y Genoveva Tabar. Ella era de origen árabe. Ambos eran personas humildes y trabajadoras. Viví hasta los nueve años en Villa Rivas y después de eso, vine a Santo Domingo, a vivir a la casa de unos tíos, quienes me criaron como a una hija. Mi tía era hermana de mi madre. Ahí estuve, hasta que me casé. Luego fui a la UASD, donde estudié licenciatura en Química.

2. Lejos de casa
Antes, por razones económicas, los padres enviaban a sus hijos a vivir en la casa de otros familiares en la capital. En la casa de mis padres, éramos ocho hermanos, y ya tú sabes, para una niña de nueve años alejarse de su familia. Al principio, fue muy difícil, extrañaba mucho a mis hermanos, pero mis tíos me dieron una educación en valores y disciplina. Era un hogar muy religioso. Me enseñaron el amor al trabajo. Mi tía tenía una fantasía y ahí yo trabajaba desde los nueve años.

3. A los 15 años
Vivía en Ciudad Nueva y Miguel   era miembro del Partido Revolucionario Social Cristiano, entonces en la misma calle había un amigo mío que era compañero de Miguel en ese partido. Un día él pasó por allá y le dijo a mi amigo: ´me gusta esa muchacha´. Entonces, mi amigo, que se llama Tommy Peña, me dijo: ´mira Minerva, hay una persona que te quiere conocer´. Yo tenía 15 años. Mi amigo me dijo que él era un muchacho excelente, debes tratarlo, es de buena familia, un muchacho educado, que estudia. Ya tú sabes, me dio las mejores referencias. Cuando llegó el día de ir a mi casa, se me apareció con un perro, porque era un amante de los animales, era tímido como tú no te lo imaginas. Se puso muy nervioso. Lo recuerdo lleno de pecas, muy blanco. A partir de ahí nos hicimos novios.

4. Disciplina y lectura
Desde que le di el sí a Miguel, de una vez me puso una disciplina militar. Me decía que tenía que leer, me dio un libro que jamás podré olvidar, que se llamaba “El Criterio” y me dijo que lo tenía que leer de tal página a tal página. Él era muy estricto, pero muy cariñoso, recuerdo que me besaba el pelo. Pero  cuando llegaba, me preguntaba que qué yo había entendido de la lectura, ya tú sabes, me ponía a llorar, y me decía que lo que él quería era que yo aprendiera, porque lo único que conduce al hombre es el conocimiento. Entonces me daba otra oportunidad.

5. Toda una vida
Estuve casada con Miguel toda la vida. Nos conocimos cuando yo tenía 15 años, duramos siete años de amores y 37 de casados. Yo era una niñita, ya tú sabes. Nuestros amores fueron muy intensos. Él era como un maestro de esos que les exigen a sus alumnos, para él era sumamente importante la superación, quería que yo estudiara. Me enseñó disciplina y que solo con perseverancia uno logra sus metas.

6. Maternidad
Miguel y yo tuvimos cuatro hijas,  las educamos y las enseñamos a respetar a las personas y a no hacer diferencias entre los seres humanos, les enseñamos que todos somos iguales. Todas nacieron en la clínica San Rafael. Cada embarazo y parto fue sumamente distinto. La mayor, Katherine, tú sabes, como siempre, las primerizas que no saben nada, recuerdo que al final de mi primer embarazo, me pasé dos días en labores de parto, pero los médicos me dijeron que no había forma y me pusieron medicamentos para inducirme el parto, hasta tuvieron que introducirme un aparato para romperme la fuente y mi esposo que estaba ahí, se desmayó. Con la segunda, Jarouska, tuve placenta previa, a los siete meses se me rompió la fuente y hubo que salir conmigo de emergencia. Recuerdo que estábamos haciendo una cena con unos amigos, entre ellos Rafael Camilo y su esposa. Cuando yo estaba en la cocina, de repente, comenzó a salir un chorro de agua. Rompí la fuente. Me llevaron de emergencia en el carro. Con la tercera, Maureen y la cuarta, Patricia, ya era más tranquilo, fueron con cesárea, eso ya era planeado.

7. Frente a la editora
Siempre he estado al frente de la editora Alfa y Omega. Siempre he llevado la parte administrativa. Después de la partida de mi esposo, mucha gente pensó que la editora iba a cerrar, que iba a desaparecer, porque la gente pensaba que Miguel era la persona que estaba al frente de la empresa, pero quien siempre ha estado al frente administrativamente, he sido yo. Hemos continuado trabajando sin descanso.

8. Dos situaciones difíciles
Una vez, mi esposo me pidió que lo acompañara a dar una vuelta, cuando nos subimos en su carro, me dijo que lo que pasaba, era que a él lo habían mandado a buscar para entrevistarlo en el DNI, imagínate eran los 12 años de Balaguer. Me dijo que no quería que yo me preocupara y me entregó su reloj y su cartera. Afortunadamente todo pasó bien. La otra situación fue que estando yo embarazada de mi segunda hija, él me dijo que me quería decir algo, pero que no me asustara, ni me pusiera a llorar, pero que teníamos que esconder a una persona en la casa. La suerte es que esa persona, que siempre tenía una peluca puesta, no duró mucho tiempo en la casa.

9. El comienzo del fin
Hacía ya algunos años, que Miguel me decía: ´Mini, (él me llamaba así), tengo un dolor en la espalda´. Yo notaba que él no dormía bien, pero a él no le gustaba ir al médico. Hasta que un sábado, cuando llegaba de una reunión del Palacio Nacional, me dijo: ´Mini, yo me siento muy mal´. El día anterior, yo le había pedido que se hiciera unos análisis, porque veía que se estaba desmejorando y le dije que me acababan de llamar de la clínica con los resultados de sus análisis, que teníamos que internarlo inmediatamente. Salimos para la clínica Abreu y al día siguiente, nos fuimos al extranjero.

10. Un diagnóstico doloroso
Tú sabes que en otros países no les hablan a los pacientes con rodeos. Él tomó la enfermedad de una forma tan valiente. Cuando estábamos en Miami, allá te dicen las cosas descarnadamente. Recuerdo que el médico llegó muy temprano y le dijo: ´Don Miguel, tenemos los resultados y tenemos para decirle que usted lo que tiene es mieloma múltiple. Ahora mismo, lo único que se puede hacer es prolongarle un poco más la vida´. Lo único que hice fue ponerme a llorar.
Inmediatamente el médico salió de la habitación, él me dijo: ´bueno Mini, la vida es así, uno lo que tiene que hacer es prepararse hasta para morir´. Me dijo todo lo que tenía que hacer cuando él muriera. En ese momento, su única preocupación eran las niñas, como siempre le decía a sus hijas.

Toda la vida, junto al amor de su vida

“Con mi esposo, viví todos los procesos, desde el noviazgo, el matrimonio, la luna de miel, la maternidad y la enfermedad y en cada etapa me entregué totalmente. Durante su enfermedad aprendí medicina, para que a él no le faltara nada. Siempre estaba en contacto con los médicos, aprendí cocina gourmet porque él era mal comedor y no le gustaba ver solo dos platitos en una mesa, así es que tomé clases con unos chefs para ponerle diferentes platillos, aunque al final él solo se comiera dos. Yo era su peluquera, aprendí a recortarle el cabello y luego, yo era la única que lo recortaba. Sucede que cuando nos casamos, por los años 70 y pico, en esos 12 años del Gobierno de Balaguer, un día él me dijo que ya no podía seguir yendo a la barbería a recortarse, así que me dijo que comprara un equipo de recortar. Lo compré y desde entonces y hasta el final, yo era quien le recortaba el cabello, pero si me pones a recortar a otra persona, no puedo hacerlo. He sentido la ausencia de mi esposo, pero yo estoy en otra dimensión, una más espiritual, porque lo material es tan frágil y efímero. Para mí, lo importante es lo que él representó para mí. En la medida en que va pasando el tiempo, uno tiene que ir entendiendo la vida de otra forma. Todos nos vamos a morir, unos primeros, otros después. No le doy espacio a mi mente, todo el tiempo estoy trabajando, iniciando nuevos proyectos. Hoy, al leer sus libros, esos que él leía y subrayaba, siento que está aquí junto a mí. Cuando leo los párrafos que antes él me leía y veo las notas que hacía y sus apuntes en las páginas de esos libros, es como si volviera a escucharlo, es como si pudiera oírlo”. 

Esposa
Mi rol fue siempre estar al lado de mi esposo, vigilante de que a él no le faltara nada. Lo esperaba de sus reuniones, no importa lo tarde que fuera, no me acostaba hasta que él no llegara”.

Espiritual
En la medida en que va pasando el tiempo, uno tiene que ir entendiendo la vida de otra forma. Todos nos vamos a morir”.

Amor
Estuve casada con Miguel toda la vida. Nos conocimos cuando yo tenía 15 años, duramos siete años de amores y 37 de casados”.

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