Una generación que comenzó a acumular fortuna y premios

Contrario a sus predecesores, la década de los 90 le dio paso a una camada de bachateros que comenzó a amasar fortuna y atrajo la atención de las premiaciones nacionales e internacionales.

Contrario a sus predecesores, la década de los 90 le dio paso a una camada de bachateros que comenzó a amasar fortuna y atrajo la atención de las premiaciones nacionales e internacionales. Una señal de que finalmente el género era aceptado en todas las esferas sociales.

Fue con Teodoro Reyes, representante de la tercera generación del otrora “ritmo del amargue” que la Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte) rompió el estigma de entonces otorgando la primera estatuilla a un bachatero en 1995.

“Ese galardón fue muy importante para la bachata y para mi carrera. Yo no me lo esperaba, pero abrió un nuevo rumbo al género”, recordó el cantante no vidente, nacido en la provincia María Trinidad Sánchez (Nagua), quien no pudo recibir el premio porque estaba en medio de su primera gran gira en los Estados Unidos, donde amenizó 96 fiestas en 54 días.

Con el disco Sentimientos, del que se extraen temas como “Vuelve mami con tu papá”, “Los pobres también aman”, “Yo no pido”, “Dile que yo soy tu macho”, “Pena en el alma” y otros éxitos, Teodoro santificó por primera vez esta expresión musical en los Casandra (hoy Premios Soberano).

Para ese entonces, pocos años en el mercado tenía un insuperable Antony Santos (quien entró a escena a principios de 1990) luego de renunciar a su puesto de músico en la banda de “El Rey Supremo” Luis Vargas, quien comenzó a grabar bachata en 1982 pero encontró su mayor repunte a final de esa década. Mientras que Frank Reyes marca su despegue en 1991 con el disco Tú serás mi reina; Raulín Rodríguez inicia su ascenso con Una mujer como tú en 1993 y en el mismo año debuta (Con amor) Joe Veras.

La gran explosión trae consigo a Yoskar Sarante (El Prabú, 1994), Luis Miguel del Amargue (Entregado a ti, 1994), Kiko Rodríguez hizo su debut con Los claveles míos (1994) tras su salida de Los Modernos del Amargue, El Chaval de la bachata (Sentimiento único, 1997), Elvis Martínez (Todo se paga, 1998), Chicho Severino (Al que le debo, 1998), y Zacarías Ferreira (Me Liberé, 1998) y Chicho Severino (Al que le debo que se aguante, 1999). La década cierra con el debut de un dúo que causaría sensación durante 8 años: Monchy & Alexandra (Hoja en blanco, 2000- En vivo desde Bellas Artes, 2008), entre otros.

Luego de que Teodoro Reyes se alzara con la primera efigie como bachatero, Anthony Santos se alzó con la segunda estatuilla en 1996 y con el mismo se dio apertura a la primera aparición del género en un musical del ceremonial, realizado en la Sala Principal del Teatro Nacional Eduardo Brito, con la actuación de Zacarías Ferreira y José Manuel Calderón. “Con la bachata ocurrió lo mismo que pasó con el género urbano, que era un sacrilegio ser ponderado en Acroarte y llevarlo hasta la premiación en la sala grande del Teatro Nacional junto a artistas de gran relieve”, recordó el periodista Joseph Cáceres, quien para entonces presidía a Acroarte.

Cáceres indicó que para la época, los miembros del Comité Ejecutivo del gremio periodístico se arriesgaron al exponer a la bachata en la sala más excelsa del país, debido al prejuicio que sectores sociales tenían con el género, pero asumieron el compromiso con responsabilidad.

Y ciertamente es a partir de la mitad de 1990 que la bachata se abre a escenarios de lujo y sus intérpretes comienzan a cotizarse, lo que se manifiesta en los altos contratos de figuras como Anthony Santos (Gran Soberano 2013) que para esa fecha había que pagarle 20 mil pesos por actividad, alcanzando en la actualidad el millón de pesos.

Hoy día la bachata está presente en grandes premiaciones internacionales como los Premios Juventud, Grammy, Premios Billboard y Lo Nuestro.

Quién es el Rey
Raulín Rodríguez dice que Anthony Santos, Luis Vargas y él son “los reyes de la bachata moderna. La historia está ahí”.

Un ganador
El intérprete de “Nereida” ganó la estatuilla “Bachatero del año” de la pasada entrega del Premio Soberano 2014.

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