Embajador ante la Santa Sede durante los años en que Juan Pablo II lucía un Papa carismático y juvenil (1982-1985), el doctor Víctor Gómez Bergés acaba de plasmar en una obra sus vivencias junto al pontífice en ocasión de su exaltación a los altares de la Iglesia Católica el pasado 27 de abril, en una actividad encabezada por el Papa Francisco, en la que se otorgó similar reconocimiento a Juan XXIII, quien fuera también Obispo de Roma.
Hace tiempo que los lectores de Gómez Bergés esperaban de su autoría un libro como el que entregó al público el pasado martes durante un acto celebrado en el auditorio de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. La figura de Carol Wotila, como siempre le comentó a sus amigos, le impresionó desde un primer momento por lo que le profesó una admiración de la que no se avergonzaba. Entre las experiencias que se resaltan en los escritos del hoy Juez del Tribunal Constitucional, con 10 libros publicados, está su participación en una reunión convocada por San Juan Pablo II en Asís, Italia, en octubre de 1986, con 170 representantes de 12 denominaciones cristianas, budistas, musulmanes, judíos, hindúes, zoroastrianos, animistas, africanos, sijs y brahamanes, quienes, procedentes de todo el mundo, oraron nueve horas al pie de la tumba de San Francisco.
La época del encuentro ecuménico era aún la Guerra Fría, con un mundo dividido entre los sistemas capitalista y comunista, con tensiones irreconciliables, fanatismos y rivalidades ideológicas. Don Víctor está convencido de que solo un Papa con las condiciones del que hoy es objeto de su libro podía reunir a cristianos de la Unión Soviética, Checoeslovaquia, Bulgaria, Grecia y Chipre, junto a religiosos de credos diferentes. La apreciación de un escritor dominicano sobre un personaje clave en la composición del mundo actual no podía se más oportuna. Es también la mirada privilegiada de quien presenció cercanamente sus luces.
