Fuego que desnuda

Durante toda una semana, un intenso fuego forestal redujo a cenizas los extensos y protegidos bosques del parque nacional Juan Bautista Pérez Rancier, anteriormente Reserva Científica de Valle Nuevo, al sur de Constanza, fuego que desnudó las precaried

Durante toda una semana, un intenso fuego forestal redujo a cenizas los extensos y protegidos bosques del parque nacional Juan Bautista Pérez Rancier, anteriormente Reserva Científica de Valle Nuevo, al sur de Constanza, fuego que desnudó las precariedades logísticas, humanas y administrativas de nuestro Ministerio de Medio Ambiente y puso de manifiesto la minúscula capacidad de respuesta nacional ante cualquier fuego forestal.

El fuego tuvo su origen en una de las tantas descargas eléctricas que caen sobre el territorio nacional, en un momento en que una larga sequía mantiene seca y fácilmente inflamable a la hojarasca propia de la zona, y donde el Pinus occidentalis, o pino de cuaba, por tener muy alto contenido de resina, se incendia con facilidad y se apaga con dificultad, porque la resina es combustible.

Una semana después de iniciado el incendio forestal, las máximas autoridades del Ministerio de Medio Ambiente no se habían acercado por Valle Nuevo, y los antiguos guardaparques, que cobraban apenas migajas por cuidar nuestros bosques, no estaban disponibles porque hace tiempo que casi todos fueron cancelados para economizar los escasos chelitos que les pagaban, chelitos que no alcanzaban para una semana de comida mala.

El fuego corrió por la libre, destruyendo más de 70 mil tareas de pinares, ante la mirada indiferente de autoridades y ambientalistas que en nada se preocupaban por el desastre ambiental que allí ocurría, y de no haber sido por la voz de alarma dada por la prensa que realmente se preocupa por el medio ambiente, todavía las autoridades y los nuevos ambientalistas no estuvieran enterados del extenso fuego.

Luego de la alerta de la prensa, las autoridades pretendieron apagar el fuego forestal con brigadas improvisadas que muy poco aportaban en una zona escarpada, y ante esa realidad, un importante medio de comunicación nos consultó sobre aquel drama infernal, y al pedirnos plantear una solución sugerimos repetir lo que el país había hecho en ocasiones anteriores: buscar prestados dos helicópteros cisterna para apagar el fuego con agua obtenida desde el embalse más próximo, y que en este caso el embalse más próximo es el de la presa de Sabana Yegua, distante unos 30 kilómetros del incendio.

Horas más tarde, el Ministerio de Medio Ambiente convocaba a la prensa para anunciar que buscarían helicópteros para sofocar el incendio, pero que les dieran tiempo por tratarse de una tarea muy difícil, y nadie entendía como se pedía tiempo diez días después de iniciado el incendio, pues si el país contara con helicópteros cisterna no se habrían perdido esas 70 mil tareas de densos pinares, y si el pasado miércoles no hubiese llovido, durante tres horas, todavía el fuego estaría encendido, lo que indica que urgentemente el presidente Danilo Medina debe autorizar la compra inmediata de dos helicópteros cisternas, y asignar recursos para reforestación.

Pero lo que ha extrañado a gente importante de la prensa es no haber visto en Valle Nuevo a los nuevos ambientalistas que se habían presentado ante el país como los verdaderos guardianes de la floresta y las aguas dominicanas, y escuchar de algunos de ellos que “los fuegos forestales son buenos”, lo que demuestra que no les preocupaba que se quemara toda la cordillera Central, pues contra un fuego forestal natural no se puede hacer politiquería, como se ha hecho con otros casos, ni se puede acusar a nadie de haberse vendido al rayo incendiario caído.

El incendio forestal de Valle Nuevo ha desnudado muchas debilidades operativas y administrativas de nuestro país, pero también ha desnudado a muchos que aparentan ser lo que realmente no son.

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